martes, 26 de mayo de 2015 20:09 EDT
Los extremadamente ricos pueden llamar a sus sirvientes haciendo sonar una pequeña campana. En el estilo de vida de los geeks y perezosos, uno puede convocar a un trabajador doméstico con solo tocar un smartphone.
En mi caso, conseguí una sirvienta, un masajista, doctor, chef, valet, comprador personal, florista y barman. Cada uno tiene su propia aplicación y puede llegar a mi casa en un mínimo de 10 minutos.
Si, parece absurdo. Pero podría ser el futuro de cómo aquellos que no son multimillonarios, pero que viven muy ocupados, logran hacer todo tipo de tareas.
La economía de conserjería está desarrollándose en teléfonos, y en ningún otro lugar es más visible que en mi ciudad, San Francisco, la capital de la fantasía de Internet. A estas startups les gusta decir que son como Uber, el servicio de autos que ha transformado el transporte, ya que utiliza teléfonos para conectar a clientes con trabajadores cercanos a pedido.
El app de Push for Pizza. Cyrus Summerlin
Ahora hay un Uber para todo. Washio es para que alguien lave su ropa, Sprig y SpoonRocket cocinan su cena y Shyp envía cosas por correo para usted no tenga que ir a la oficina postal. Zeel provee un masajista (con todo y mesa). Heal manda a un doctor a su casa, mientras que Saucey le lleva alcohol. Dufl prepara su maleta y Eaze reabastece su provisión de marihuana para fines médicos.
Hay muchos más. Es difícil saber qué tan seriamente tomar esas aplicaciones a primera vista, por tanto hice una prueba para vivir con alrededor de una docena de estas por una semana. (Así es, mi rigurosa prueba incluyó masajes y mimosas).
La vida es fácil cuando tus aplicaciones hacen todo el trabajo pesado, pero aprendí que no son solo para los perezosos. La mayoría ofreció un gran servicio y, para mi sorpresa, algunos tienen ingeniosos modelos de negocios nuevos que de hecho me han ahorrado dinero. Pero no está claro cuántos funcionarán fuera de zonas puntocom como San Francisco, o cuántos seguirán vivos en un año.
Mi servicio favorito es Luxe. Luxe utiliza GPS para ofrecer un valet personal de estacionamiento. Al entrar al auto, uno abre la aplicación Luxe para decirle a dónde va. Después Luxe monitorea su teléfono durante el viaje, para que uno de sus valet se reúna con usted en su destino justo en al momento de llegar.
El pasado viernes, mi valet de Luxe llamado Kevin me saludó en mi oficina en el distrito financiero de San Francisco en torno a las 8:45 am. Le entregué las llaves y se llevó mi auto.
Un empleado de Luxe Luxe
A las 6 pm, abrí la aplicación Luxe de nuevo y pedí que el auto sea regresado en una parte diferente de la ciudad. En menos de 10 minutos, un valet llamado Ross estaba allí con mi auto.
Lo más sorprendente es que el servicio me costó solo US$15 más una propina de US$3. Un estacionamiento en mi propio edificio me habría costado US$35. ¿Cómo es posible esto? El presidente ejecutivo de Luxe Curtis Lee me dijo que negocia tarifas favorables con estacionamientos infrautilizados. (Las tarifas de Luxe varían según hora y ubicación, pero en las cinco ciudades en las que está disponible, la tarifa llega a un máximo de unos US$15 al día).
Luxe solo me dejó plantado una vez: el domingo, cierra a las 6 pm, por tanto no pude usarlo para estacionarme en un concierto. (En otras noches, está abierto hasta las 11 pm o la medianoche).
Como la mayoría de estas aplicaciones a pedido, Luxe depende de trabajadores temporales que reciben su sueldo por interacción; es decir, la cantidad de autos que mueven. La aplicación les dice qué partes de la ciudad tienen el mayor potencial de clientes. En un día ocupado, podrían ganar US$20 o US$30 la hora, pero si nadie se quiere estacionar en un día, se quedan sin cena esa noche.
Al facilitar la creación de un mercado confiable, las aplicaciones a pedido aprovechan recursos previamente infrautilizados, como trabajadores temporales y cosas como estacionamientos vacíos, señala Venky Ganesan, director gerente en la firma de capital de riesgo Menlo Ventures. Esto puede convertir a la economía de conserjería en algo conveniente y eficiente, dice.
Los mejores de las aplicaciones que probé me ahorraron dinero, o al menos no me cobraron más por su conveniencia. Shyp recogió, e incluso envolvió, un paquete por US$5. Pero el servicio terminó no costándome más por qué negocian tarifas al por mayor con empresas de envíos. (Shyp me cobró US$48 para empacar y enviar mi paquete por FedEx FDX -0.61% por el país, alrededor de lo mismo que habría pagado si lo hubiera llevado yo mismo al local de FedEx).
Push for Pizza, que hace que las pizzerías locales entreguen pizzas grandes con solo unos toques en la pantalla, y Saucey, cuyos conductores recogen y hacen entregas de las licorerías, dicen que sus socios minoristas les dan una tajada por enviarles clientes. El servicio a domicilio no cuesta más que si hubiera ido a la tienda a recoger la comida, con excepción quizás de la propina, que normalmente uno puede añadir en la aplicación.
Un empleado de Sprig prepara una ensalada. Natty Coleman
Sin duda, uno debe creer que tener una mentalidad de consentido para usar muchas de estas aplicaciones. La aplicación Heal me envió un excelente doctor egresado de la Universidad de Stanford para revisar una lesión en menos de una hora, pero pagué US$99 por la comodidad. (Mi seguro no fue aceptado). Washio me cobró US$3,50 por kilo de ropa sucia más una cuota por la entrega; podría haber ahorrado un poco enviando el cesto de ropa a un servicio de lavandería, o mucho más lavando la ropa yo mismo.
Todos estos precios podrían disminuir si los servicios se popularizan, pero eso no está para nada garantizado.
Además, el control de calidad es un reto cuando el supervisor es solamente el software. Mientras que yo no tuve grandes problemas, he escuchado historias de horror de lectores y colegas que han probado aplicaciones de envíos y de lavandería.
También hay grandes interrogantes sobre si estas aplicaciones podrán llamar a sus trabajadores subcontratistas, en lugar de empleados que reciben prestaciones y horas extra. Muchos ofrecen trabajo de salario mínimo y mucho riesgo, lo que podría dificultar mantener un personal estable.
Y fundamentalmente, ¿qué tanto sentido tiene usar su teléfono como conserje fuera de Silicon Valley, Nueva York y Los Ángeles? Es un tema tanto de oferta de trabajadores dispuestos de aplicaciones de medio tiempo y de demanda de un estilo de vida de conserje.
Aun así, la gente valora el tiempo de formas distintas. Una forma de medir el valor del servicio de una aplicación es según el apuro que reemplaza. Pagar US$8 más para que una aplicación entregue una cena casera familiar podría ser un precio pequeño para unos padres agobiados.
¿Y que constituye un lujo? Ya nadie califica a Uber de un “servicio de limosina”: simplemente lo llaman Uber.
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