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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

miércoles, 20 de junio de 2018

Escuchar mejor a quien demanda, principio esencial de la oferta

Los altos precios de algunos productos impiden que se vendan con mayor frecuencia a pesar de ser útiles y necesarios. Foto: Leidys María Labrador Herrera
LAS TUNAS.–Variedad de surtidos, eso es cierto, pero, ¿qué tal la demanda? Esa es una pregunta obligada cuando recorremos los denominados mercados industriales, pues mientras en las áreas destinadas a la venta de aseo y otros productos de primera necesidad es constante la afluencia de clientes, en el resto no sucede lo mismo.
Aunque en esos otros espacios se encuentran a la venta útiles del hogar, confecciones textiles, calzado y talabartería e incluso herramientas específicas para el sector de los trabajadores por cuenta propia, es fácil percibir que, pese a su utilidad, muchas de las ofertas han permanecido allí por semanas, meses e incluso años, sin exagerar.
¿Será que las personas no necesitan lo que allí se expende, o que otros factores influyen en el estancamiento de productos en vidrieras y almacenes? A las causas de este fenómeno se acercó Granma.
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«Yo ahora voy a comprar una sobrecama. Realmente está muy bien, tiene buena estética, el único problema es el precio. Si lo comparamos con lo que vale en una tienda en divisas no está tan cara, pero si lo tomamos por el salario medio de un trabajador todavía está fuerte. Yo creo que en relación con estos productos son los precios lo que más nos golpea».
Así comenta a esta reportera Migdalia Ávila Ceballos, quien de visita en este oriental territorio, decidió visitar algunos de los mercados industriales. Su criterio es compartido por otras clientas que encontré en plena faena de compra, como es el caso de Josefa Herrera Peña, quien explica con preocupación: «Mira, me gustaría que productos que son hoy muy necesarios, como los mosquiteros, estuvieran más asequibles a la población, porque son caros, y no todo el mundo puede comprarlos con el salario».
Aunque la interrumpo mientras revisa un surtido de ropa reciclada, Vismayra Sánchez Luque me dedica unos instantes para explicar que en su opinión particular, «los precios de la ropa reciclada están muy altos todavía. Una trusa, por ejemplo, vale 40 pesos, un vestido, 45. Muchas veces esas confecciones las utilizamos para hacerle ropa a los niños, a los jóvenes de la casa, que hoy tienen un tamaño y mañana otro, es complejo. Esta tienda es una alternativa para los trabajadores».
Eulalia Batista Hernández, encargada de almacén del mercado industrial «El Encanto», explicó a este medio que algunos productos permanecen más tiempo porque tienen precios elevados.
«Por ejemplo, las sobrecamas, que valen 290 y 310, los juegos de sábana también a 235, los maletines valen 200 pesos y son muy pequeños. El problema es que las personas los miran, los ven con buena presencia, reconocen que tienen calidad, pero los encuentran muy caros. Nosotros hacemos encuestas diarias con los clientes y hay muchas quejas de los precios. Incluso se nos ha dado el caso de un talco que llega a 20 pesos, después viene a 28 y es el mismo producto. O las tapas de cristal que primero se ofertaron a seis pesos y tuvimos gran demanda, solicitamos más y entonces las trajeron a 20 pesos, ello implica que las tengamos estancadas en el almacén, junto con los otros productos que te mencioné».
Un aparte merece la venta de útiles y herramientas para cuentapropistas. Según nos comentó el administrador de este propio mercado, Wilser Cáceres del Risco, «con esos productos existen dos dificultades fundamentales, una tiene que ver con la calidad y la utilidad, porque el material no siempre es el mejor, las medidas muchas veces no responden a las más demandadas o son artículos obsoletos. Del otro lado están los precios: las tuberías de cobre valen más de 3 000 pesos y no son la medida más demandada, vendemos centra punzón, corta azulejos, juegos de martillo, pero todo muy caro. Imagínate que de los centra punzón, en cuatro años no recuerdo si se ha vendido alguno».
Las consecuencias palpables de estas dificultades oscilan entre las insatisfacciones del pueblo y las afectaciones de indicadores económicos como la circulación mercantil, pues lo que no se vende pasa a los inventarios ociosos y de lento movimiento.
UNA MIRADA A LA DISTRIBUCIÓN
Es el Grupo Comercializador de Productos Industriales y de Servicios, más conocido como Universal, el encargado del abastecimiento a la red de este tipo de unidades del comercio. Ante la afirmación repetida de «ya la Universal nos trae el precio», se hizo indispensable el diálogo con Josué Guelmes Labrada, especialista comercial del Grupo en Las Tunas.
«Existen dos situaciones fundamentales con relación a los precios. En algunos casos ese valor está establecido por resolución y en otros, es el llamado precio por acuerdo. Esto último quiere decir que nosotros les compramos a las industrias locales y les formamos precio a los productos, de acuerdo con su costo y a los aportes que debemos hacer al presupuesto del Estado».
A veces es posible que un mismo producto se comercialice a diferentes precios por la siguiente razón: si lo adquirimos en una industria de Las Tunas o de otra provincia cercana el costo es menor, pero si se compra en otro territorio más lejano hay que añadirle, por ejemplo, el precio de la transportación al costo del producto, esa es una de las razones que encarece el precio de venta».
Claro, todo ello requiere de sistematicidad en la conciliación y, lógicamente, de un dominio absoluto de la situación de los inventarios. Así se evita el hecho de que sea puesta una vez más en los mercados industriales, una mercancía de muy pobre demanda. A este hecho se refiere José Antonio Sans Fundora, especialista de Industriales en la Empresa de Comercio del municipio cabecera.
«Los productos de lento movimiento tienen su tratamiento mediante el Decreto ley 315 del 2013 y se califican de ese modo a partir de que llevan 120 días en la unidad. Sin embargo, antes de eso deben desarrollarse una serie de procesos de gestión de venta para esos inventarios, dígase maratones de venta en los centros de trabajo, llevarlos a los lugares más intrincados y eso nos permite disminuir un poco los inventarios. En ocasiones, o bien la calidad o bien los precios no permiten que esas alternativas sean más factibles».
¿PRECIOS INAMOVIBLES?
Otra prerrogativa que llegó con el Decreto Ley 315 y la Resolución 386 fue la de otorgar facultades a los directivos de Comercio para aprobar todos los procedimientos con los inventarios, incluidas las rebajas de precios que, si bien representan una afectación económica, no necesariamente indican una pérdida, y evitan el envejecimiento de los inventarios.
Solo para tener una idea, el mes de mayo cerró en este territorio con un monto de los inventarios de lento movimiento ascendente a 8,4 millones de pesos y el de productos ociosos a 624 000.
Aunque vale destacar que las alternativas aplicadas han disminuido esas cifras, Eduardo Julio Pascual Campos, especialista principal de Contabilidad del Grupo Empresarial de Comercio (GEC) en la provincia considera que: «Todas las facultades para aprobar una rebaja de precios la tienen las empresas, siguiendo un proceso establecido para ello en el Decreto 315, pero no hemos logrado que todos nuestros directivos entiendan eso. Si yo tengo un producto de lento movimiento estancado, puedo rebajarlo».
Orlando Lorenzo Suárez, jefe de Precios del GEC, añade otras consideraciones puntuales. «Un inventario se considera ocioso o de lento movimiento si previamente se declaró como tal. Es decir, no se le puede aplicar una modificación de precio a un inventario, si desde el punto de vista contable no está reconocido en estas clasificaciones.
«Ese proceso toma como referencia el denominado “valor en libro” o lo que es lo mismo, el precio de costo. Una vez declarado el producto y realizados los procedimientos, lo que se rebaja es el precio de venta, porque no se debe rebajar el precio de costo. En otras palabras, disminuir el precio de venta de un producto implica una afectación económica, pero solo significa pérdidas cuando se afecta el precio de costo. Por lo tanto, si se llevan a cabo todos los procedimientos como están establecidos, es posible implementar rebajas de precios, de forma progresiva, siempre que el estudio asociado a la decisión así lo demuestre».
Cuando analizamos problemáticas de esta índole, hay una perspectiva que jamás podemos perder de vista y es que los aportes que realiza el comercio a la economía del país contribuyen a subvencionar muchos de nuestros más importantes programas sociales. Por otra parte, nadie debe pensar que el objetivo al establecer un precio es buscar utilidades a costa del pueblo.

Dicho esto, sí resulta imprescindible profundizar los estudios de mercado, con el fin de establecer las prioridades reales de las que se compone hoy la demanda del pueblo. Precios y abastecimientos deben estar en concordancia con ese principio indispensable de satisfacer, objetivamente, las necesidades de cubanos y cubanas.

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