Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

sábado, 30 de junio de 2018

Trump contra las motos

La reacción exagerada del presidente ante las acciones de Harley-Davidson muestra su debilidad


Harley-Davidson, el famoso fabricante de motos grandes, dio mucho que hablar esta semana cuando anunció que iba a trasladar parte de su producción fuera de Estados Unidos en vista de la escalada en la guerra arancelaria entre Estados Unidos y la Unión Europea. Y Donald Trump dio aún más que hablar cuando arremetió contra una empresa con la que “había sido muy bueno”, acusándola de haberse “rendido” ante Europa. Por eso ha amenazado con castigarla: “Va a tener que pagar más impuestos que nunca”.

Ahora bien, en general (sobre todo, pero no solo, en economía) desconfío de los análisis de noticias basados en gran parte en una anécdota supuestamente reveladora (como, por ejemplo, los análisis basados en conversaciones con seguidores de Trump en cafeterías). Y lo cierto es que, aunque Harley-Davidson pueda ser en cierto modo un icono, no es un actor importante en la economía estadounidense. Al final del año pasado, su división de motocicletas contaba con unos 5.000 trabajadores; eso no es mucho en una economía en la que se contrata a aproximadamente 250.000 personas cada día de trabajo.

No obstante, creo que la historia de Harley es una de esas anécdotas que nos dicen mucho. Es uno de los primeros ejemplos de los incentivos creados por la inminente guerra comercial, que perjudicará a muchas más empresas y trabajadores estadounidenses de lo que Trump o la gente que está a su alrededor parece creer. Es una señal de las reacciones histéricas que podemos esperar del equipo de Trump a medida que empiecen a manifestarse los aspectos negativos de sus políticas, una histeria que los demás países considerarán sin duda una prueba de su debilidad intrínseca.

Y lo que los supuestos expertos de Trump tienen que decir sobre la controversia no hace más que confirmar que nadie en el Gobierno tiene ni la más remota idea de lo que está haciendo.

En lo que respecta a la guerra comercial, hasta ahora solo estamos viendo las primeras escaramuzas, que bien pueden convertirse en algo mucho más importante. No obstante, lo que ya ha ocurrido no es baladí. Estados Unidos ha impuesto significativos aranceles sobre el acero y el aluminio, lo que ha provocado que sus precios nacionales se disparen; nuestros socios comerciales, sobre todo la Unión Europea, han anunciado sus planes de responder con aranceles sobre determinados productos estadounidenses.

Y Harley es una de las empresas que ya están sintiendo la presión: está pagando más por sus materias primas, al tiempo que se enfrenta a la perspectiva de que se apliquen aranceles a las motocicletas que exporta. Dada esa presión, es perfectamente lógico que la empresa traslade parte de su producción al extranjero, a lugares en los que el acero sigue siendo barato y las ventas a Europa no sufran los aranceles.

Por tanto, la decisión de Harley es exactamente lo que esperaríamos ver a raíz de las políticas de Trump y la respuesta extranjera. Pero aunque sea lo que ustedes esperarían ver, y lo que yo esperaría ver, por lo visto no es lo que Trump esperaba ver. Su punto de vista parece ser que, como estuvo codeándose con los ejecutivos de la empresa y concedió a sus accionistas una gran rebaja fiscal, Harley le debe vasallaje personal y no debería responder a los incentivos que sus políticas han creado. Y parece que también piensa que tiene derecho a repartir castigos personales a las empresas que le contrarían. ¿El Estado de derecho? ¿Qué es eso?

Ahora bien, supongo que es posible que Trump consiga efectivamente presionar a Harley-Davidson para que dé marcha atrás en su decisión de trasladar parte de la producción fuera de EE UU. Sin embargo, por el momento, no hay indicios de ello.

Y en cualquier caso, estamos hablando de unos pocos centenares de puestos de trabajo en Estados Unidos de los aproximadamente 10 millones que actualmente dependen de las exportaciones, pero que ahora están en peligro por las políticas de Trump. Por tanto, si estamos hablando de una guerra comercial en serio, estamos hablando de pérdidas de miles de empleos como los de Harley-Davidson. Y ni siquiera Trump puede hacer mella en problemas de esa magnitud a base de tuits enfurecidos.

¿Y qué tienen que decir los economistas de Trump sobre todo esto? Una respuesta es: ¿qué economistas? Apenas queda alguno en el Gobierno. Pero por si sirve de algo, Kevin Hassett, presidente del Consejo de Asesores Económicos, no está repitiendo las tonterías de Trump, sino que está diciendo tonterías totalmente diferentes. En vez de condenar la decisión de Harley, declara que es irrelevante teniendo en cuenta la “enorme cantidad de actividad que vuelve a casa” gracias a los recortes fiscales a las empresas.

Y estaría bien si fuese cierto. Pero en realidad no estamos viendo que una gran cantidad de “actividad vuelva a casa”; estamos viendo maniobras contables que transfieren fondos propios de filiales en el extranjero a la empresa nacional, pero que en general no generan “ninguna actividad económica real”.

Por tanto, el incidente de Harley pone de manifiesto el desconocimiento generalizado que subyace tras la política económica característica de este Gobierno. Pero también pone de manifiesto algo más: la profunda debilidad en el entorno de Trump.

Piensen en ello. Imagínense que son Xi Jinping, el presidente chino, que ya ha dicho a los dirigentes de las empresas multinacionales que tiene intención de “devolver los puñetazos” frente a los aranceles de Trump. ¿Cómo se sienten viendo a Trump quejarse por la posible pérdida de unos centenares de puestos de trabajo ante las represalias europeas? El espectáculo seguramente les mueve a adoptar una línea dura: si un pinchacito tan pequeño molesta tanto a Trump, es muy probable que pierda la serenidad ante un enfrentamiento real.

Por eso la historia de Harley, aunque es cuantitativamente pequeña, nos puede decir mucho sobre lo que se avecina. Y nada de lo que nos dice es bueno.

Paul Krugman es premio Nobel de Economía.

© The New York Times Company, 2018.

Traducción de News Clips.

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