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sábado, 21 de julio de 2018

La cuantificación de la tasa de cambio real en Cuba: circunvalando la carencia de datos oficiales

Por Pedro Monreal

 Los colegas Humberto Pérez y Joaquín Benavides respondieron amablemente con comentarios concisos al tema abordado en la nota publicada ayer en este blog “Modificando las tasas de cambio en Cuba: invitación a cuantificar el nudo gordiano”  
A quienes participamos en el debate sin disponer de la información estadística necesaria para cuantificar con precisión la tasa de cambio “real”, Humberto Pérez nos sugiere que abordemos la discusión sobre la cuantificación partiendo de una magnitud inicial que fuese equidistante de las dos principales tasas que se utilizan hoy, ninguna de las cuales considera que son tasas reales: la tasa oficial de 1 CUP = 1 USD, y la tasa de CADECA que equivale a  1 CUC = 1 USD (0,87 CUC = 1 USD cuando se incluyen recargos) y por tanto equivale a 25 CUP = 1 USD, aproximadamente.
Agrega Humberto que, a partir de esa cuantificación inicial, pudiera utilizarse un enfoque de aproximaciones sucesivas apoyado en los métodos más científicos y adecuados posibles que fuese posible emplear. Ello permitiría ir al encuentro de una magnitud más cercana a la tasa de cambio “real”.
Joaquín Benavides, que concuerda con ese enfoque, agrega que el Banco Central debe garantizar la utilización de la tasa de cambio “real” y subraya que ello es importante a los efectos de demostrar seriedad con la población y con la inversión extranjera.
Me limito a anotar dos cuestiones para seguir pensando sobre el tema:
  • El enfoque de aproximaciones sucesivas pudiera ser igualmente válido para los especialistas que sí pudieran disponer de las estadísticas que permitirían cuantificar la tasa de cambio “real” mediante métodos de análisis estadísticos. No tanto para el “día cero” como para el “día después”. Las razones para ello es que probablemente las variables utilizadas para el cálculo no permitirían incluir en un mismo modelo todos los factores y, por tanto, habría que usar diversos modelos que posteriormente debería ser comparados. Además, las propias variables pudieran modificarse con frecuencia. En dependencia del sistema de tasas de cambio que decida establecerse, o de los distintos sistemas que pudieran existir en determinados momentos, el enfoque de aproximaciones sucesivas debería utilizarse con intensidades distintas.
  • Para quienes no tenemos los datos suficientes, la propuesta de utilizar una magnitud equidistante (la “mediana”) pudiera ser un punto de partida para la cuantificación. No obstante, debería hacerse un esfuerzo adicional para tratar de identificar otros posibles mecanismos que pudieran contribuir a identificar –al menos en términos de rango- una cuantificación de la tasa real. Existen experiencias internacionales. Por ejemplo:
    • a) la utilización de un promedio “ponderado” de las diferentes tasas de cambio que se utilizan hoy (incorporando el peso relativo que tienen en la economía nacional las distintas áreas en las que esas tasas operan),
    • b) la aplicación de una variante restringida del enfoque de “paridad de poder de compra” (PPC) a partir de la comparación de los precios nacionales e internacionales de una mercancía con un gran volumen de producción interno y que también tiene un alto consumo interno (o una canasta de varios productos con esas características)
    • c) la diferencia relativa entre las ganancias y las pérdidas “contables” (no la que finalmente se les autoriza) de las empresas exportadoras e importadoras, en comparación con las empresas en las que las exportaciones e importaciones no son significativas (en principio, una sobrevaluación del peso cubano debería implicar perdidas “extra” para las empresas exportadoras y ganancias “extra” para las empresas importadoras).
Concluyo con un ejemplo. La mediana de la tasa oficial y la de CADECA es 13, pero la aplicación de una variante del enfoque de “paridad de poder de compra” (PPC) para el caso del arroz ubicaría la tasa de cambio “real” (limitada) entre 20 y 24.
Una posible interpretación –con esos datos restringidos- pudiera indicar que la tasa de cambio “real” parecería estar más “hacia arriba” de la mediana. No necesariamente tendría que ser 20, pero pudiera ser superior a 13.
Obviamente, esa interpretación de resultados se modificaría en la medida en que más datos pudiesen incorporarse, por ejemplo, analizar una canasta de productos en vez de considerar un solo, o considerar las diferencias relativas de ganancia/ pérdidas empresariales (un dato más difícil de obtener).
Supongo que a quienes disponen de las estadísticas necesarias para hacer los cálculos, todo lo anterior les pudiera parecer un ejercicio técnico poco elegante y ciertamente es así. . El asunto es que la ausencia de datos oficiales no debe operar en el debate público como una lápida. Existe la posibilidad de identificar mecanismos alternativos que permiten mejorar la calidad del debate abierto, aun en condiciones de penuria de datos oficiales.

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