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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

lunes, 3 de diciembre de 2018

50 AÑOS DE DESEMPEÑO MACROECONOMICO 1960-2010 ( Parte IV)


Por Lic. Oscar U-Echevarría Vallejo
Lic. Liu Mok León

III.     CRISIS Y RESPUESTA (1990-2000)

A partir de 1989 y por segunda vez en tres décadas, la economía cubana tuvo que enfrentar súbitamente condiciones externas muy adversas, pero en esta ocasión el país se encontraba mejor preparado para asimilar los impactos correspondientes, tanto desde el punto de vista de la cohesión interna y el consenso social como en cuanto a la organización económica y la experiencia correspondiente, no así en el ámbito funcional y estructural.

Si bien el detonante de esta crisis fuera de carácter exógeno, un acercamiento a esta problemática no resultaría completo si no se abordan, principalmente, algunos aspectos de carácter estructural funcional que, como fuera expresado en el Prefacio, condicionaban determinadas tendencias que subyacían en la economía cubana, las cuales tendrían, hasta cierto punto, un efecto multiplicador en cuanto a los impactos correspondientes. Es decir, un contexto que pudiéramos denominar como La antesala de la crisis62.
  
las políticas económicas correspondientes, aspecto no siempre logrado con la eficiencia demandada por la situación económica del país.
61   Comentarios realizados a partir de los indicadores sociales citados por Alvarez (1998).

62   Una ampliación al respecto puede encontrarse en U-Echevarría (1998) y los retos derivados en INIE (1990).



3.1.  Síntesis del modelo macroeconómico cubano previo a los años noventa

Como se señalara anteriormente, resulta ilustrativo y conveniente el realizar una breve condensación de las especificidades del modelo macroeconómico cubano previo a los años noventa, puesto que ello permite tener una visión más certera, tanto de la naturaleza de los impactos durante el período netamente recesivo como de las peculiaridades de las medidas y procederes adoptados, tanto para la recuperación económica posterior como en medio de este propio proceso.

Habría que comenzar por recordar que las peculiaridades propias del proceso de transformaciones económico-sociales, iniciado en el país en 1959, condujo a una escalada de confrontaciones con los Estados Unidos; en el curso de estos acontecimientos, la burguesía nacional adopta una posición de retraimiento y de alianza con los intereses norteamericanos.

En dicho contexto, en primer término, tal coincidencia de intereses configuró, a partir de dicho momento, una visión acerca de cómo enfocar el papel del productor privado en la economía (González, 1993), que conjuntamente con las medidas de respuesta de las autoridades nacionales ante tal situación, explica en parte la peculiarmente alta participación de la propiedad estatal en la economía nacional, en un proceso pudiera decirse de estatización a ultranza63.

De tal forma, las nacionalizaciones, que comenzaron a principios de los sesenta, hacia mediados de los ochenta habían transferido a la esfera estatal, el 100% de la producción industrial y comercial, el 80% de la agropecuaria y aproximadamente un 99% del transporte, todo lo cual ocurre en un lapsus de tiempo relativamente corto como puede ser apreciado en la Tabla 13. En 1970, el 86% de los trabajadores civiles estaba empleado en el sector estatal de la economía, y esta cifra llegaría a ser del 95% en 1989 (CEE, 1989 y CEPAL, 1999).

Tabla 13.    Sucesivas nacionalizaciones en Cuba; 1961 a 1989
(%)


1961
1963
1968
1989
Agricultura
37
70
70
80
Industria
85
95
100
100
Construcciones
80
98
100
100
Transporte
92
95
99
99
Comercio Interior
52
75
100
100
Comercio Exterior
100
100
100
100

Fuente: Elaboración de los autores a partir de diversas fuentes propias.

A partir de tales circunstancias, se deriva la implementación, a partir de 1962, de un modelo de gestión sumamente centralizado y abarcador, que inicialmente toma como punto de referencia las metodologías de los países socialistas del este de Europa, en esos primeros momentos principalmente de Hungría, contándose por otra parte con la colaboración inicial de especialistas latinoamericanos por intermedio de CEPAL.

Con independencia de algunos cambios generados en el transcurso del tiempo, tanto en lo instrumental como en los mecanismos de dirección y regulación (ver González, 1993, así como U-Echevarría y Trueba, 1990), como resultado de las condiciones específicas de cada momento, ello tan solo propiciaría, en la práctica, diferencias de grado o de matices, puesto que no se verificaron modificaciones de contenido en cuanto a la identificación de la planificación con la máxima centralización de las decisiones económicas (como lo denomina Brus, 1968), además, con marcado


63   Independientemente de lo cual, con posterioridad sería reconocido que el principio subyacente, en cuanto a que el Estado, en representación de todo el pueblo, mantendría la propiedad sobre los fundamentales medios de producción, había sido absolutizado en términos de la propiedad estatal (Castro, R., 2010).



carácter administrativo, es decir, se mantuvieron, básicamente hasta finales de los ochenta, los rasgos esenciales de alta centralización con las particularidades que le son inherentes.

De tal forma, en Cuba se llevó a una expresión extrema el esquema centralizado de administración a través de los recursos materiales, con un acentuado predominio de los balances materiales (planificación en magnitudes naturales), en la toma de decisiones (González, 1993; U-Echevarría, 1992a), bajo condiciones en el que el papel del dinero se había reducido, en las transacciones inter empresariales, a un simple instrumento auxiliar para homogenizar los flujos materiales mediante un común denominador (U-Echevarría y Trueba, 1990), al igual que en otras experiencias de igual naturaleza, con las consabidas consecuencias (ver Brus, 1968).

Tal manejo tiene, sin embargo, una poderosa influencia en cuanto a la asignación de los factores y conduce, por regla general, a la pérdida de los puntos de referencia de la eficiencia, debido a que, por su naturaleza, en tal esquema el nivel general de precios y el tipo de cambio desempeñan un papel secundario y sumamente circunstancial en el funcionamiento económico y la distribución de recursos (U-Echevarría 1996), toda vez que instrumentos económicos y mecanismos financieros ocupan una posición sumamente secundaria y complementaria, y predomina la utilización de indicadores simples en la valoración de sucesos complejos, cuyos efectos potenciales fueran estudiados y generalizados por Unanue y Martínez (1989).

Indudablemente, en un ambiente de tal tipo, los precios relativos presentaban notables distorsiones, en tanto que los precios nominales (monetarios), no respondían a las reales condiciones de escasez relativa en los “mercados”.

De suma importancia es señalar que la economía cubana, además de perfilarse como una típica economía limitada por el lado de la oferta, con las implicaciones correspondientes, dado el reconocimiento ex antes de la producción vía el plan material, también, dadas las condiciones de funcionamiento mencionadas en párrafos anteriores, hubo de desenvolverse bajo “restricciones financieras (presupuestarias) blandas”64, aspecto este con una significativa connotación en cuanto a la viabilidad para la definición de los puntos de referencia de la eficiencia65.

Por supuesto que en un contexto con tales peculiaridades, resulta sumamente controvertido el cumplimiento de lo que Marx (1970), denominara como primera ley económica de la producción colectiva, la economía (o ahorro), de tiempo y la distribución racional del tiempo de trabajo (o factores de la producción), entre las distintas esferas.

Ahora bien, también es necesario el considerar que la dirección de la economía, mediante la asignación directa, tiene un importante correlato en lo que se refiere a la viabilidad socio-política; la planificación centralizada posibilitó un alto grado de selectividad, paralelamente con la factibilidad de efectuar grandes maniobras en la economía, tal como los profundos cambios estructurales realizados, en lo fundamental referido a transformaciones productivas y tecnológicas, el avance en la industrialización, el raigal cambio en la distribución del ingreso, entre otros, convirtiéndose en un singular elemento de cohesión interna y progreso social (U-Echevarría y Quintana, 1995 y González, 1993).

No obstante, en los mecanismos de planificación y regulación se fueron introduciendo componentes de tendencia marcadamente voluntarista (González, 1993), que restaron eficiencia a los métodos de administración y dirección, obviando, en lo fundamental, la necesidad de que la determinación a priori de la estructura y volumen de la producción expresada en el plan fuese validada, según Acosta (1982), mediante una confirmación adicional en el proceso de intercambio66;


64   En este contexto, restricciones financieras (o presupuestarias) blandas, no están referidas meramente a un tema de recursos, sean éstos financieros o materiales, sino al costo o penalidad, de carácter económico o social, para una institución o sus directivos, de no ser competitivos o eficientes, o incumplir los compromisos contraídos.

65   Aunque guardando la debida distancia, son sumamente interesantes e ilustrativas las reflexiones de Kornai (1992), al respecto.

66   En este entorno está el consabido tema, eminentemente teórico, referido a que en el socialismo el trabajo se manifiesta, en lo esencial, como directamente social; pudiera añadirse que este carácter aún, en tal etapa, no adquiere



lo que lleva aparejado, como requerimiento básico, la medición indirecta de tales procesos mediante el valor.

En resumen, las condiciones de funcionamiento de la economía cubana, establecidas a lo largo de varias décadas, sobre la base de la planificación centralizada administrativa, generadora por lo demás de una discrecionalidad sistémica en los procesos decisores, configuraron mecanismos de articulación y regulación económica con un alto grado de verticalidad, que definieran, de hecho, un componente macroeconómico sin una adecuada micro fundamentación en los comportamientos corrientes (para una necesaria ampliación ver U-Echevarría, 1996a y González, 1993).Por otra parte, no se podrían resumir las particularidades del funcionamiento de la economía cubana, en el punto de ruptura/continuidad de los años noventa, sin hacer referencia a las estrechas relaciones económicas y comerciales desarrolladas en el entorno integracionista del CAME.

Este modelo de desarrollo -en parte estilizado dentro de los patrones tradicionales de industrialización que se llevara a cabo en los antiguos países socialistas de Europa- (para una ampliación ver González, 1993), ciertamente le posibilitó a Cuba el acceso a recursos económicos y tecnológicos que por otras vías no hubiesen estado al alcance del país (ver INIE-JUCEPLAN, 1992), teniendo en cuenta, especialmente, la abierta hostilidad de las sucesivas administraciones norteamericanas frente a la Revolución Cubana. En resumen, sintéticamente ello significaba67:

34  Mercados seguros y amplios para las exportaciones más importantes y programas para su aseguramiento.

35  Precios superiores a los del mercado mundial para las exportaciones fundamentales y mecanismos de compensación de los incrementos de precios de importación.

36  Volúmenes de suministros crecientes, en términos físicos, de combustibles e importantes productos básicos y equipos.
37  Créditos preferenciales a largo plazo.
38  Tarifas preferenciales de asistencia técnica.
39  Sistemas de pagos de “clearing” multilateral, basados en el rublo transferible.

Ello propició un estable acceso al financiamiento demandado por las transformaciones productivas en curso durante todo el período, lo cual, conjuntamente con el monopolio estatal del comercio exterior, resultante del esquema de gestión altamente centralizado, posibilitó que el país se mantuviera al margen de los procesos adaptativos de gran envergadura realizados en la mayoría de los países, originados por los profundos cambios que se venían operando en la economía mundial desde la década de los años setenta, e incluso antes. En otros términos, estos factores constituyeron indudables mecanismos de protección frente a la coyuntura externa (ver U-Echevarría 1992a)68.

De tal forma, es de señalar que mientras para la inmensa mayoría de las naciones de América Latina y el Caribe, la mitad de los ochenta significó el punto medio de la profunda crisis económica y de deuda externa que caracterizó el desempeño de la región en dicha década, para Cuba ese período representó el momento en que se alcanza el máximo nivel de despliegue del modelo de desarrollo económico que había comenzado a implantarse en el país a inicios de los setenta,


su plena madurez, por el insuficiente desarrollo de las fuerzas productivas y el aislamiento relativo de los productores, incluyendo en la esfera de la producción estatal.

67 Todos estos aspectos se precisaban, quinquenalmente y de forma bilateral con cada país miembro, en las denominadas Coordinaciones de Planes, a partir de las cuales quedaban definidos, con gran detalle, los volúmenes de suministros, precios, condiciones de pago y de entrega, para los siguientes cinco años. De esta forma, los planes anuales correspondientes tenían un alto grado de aseguramiento material y respaldo financiero, que sólo requerían de ciertas precisiones y acotaciones cada año

   68 Como efecto peculiar, al asegurarse precios no sujetos a las condiciones y variaciones de los mercados mundiales, el nivel general de los precios y el tipo de cambio podían seguir desempeñando un papel sumamente accesorio en la asignación de recursos (U-Echevarría, 1992b), tal y como los restantes precios relativos, lo que constituye una regularidad de dicho patrón (ver Brus, 1968 y Napoleoni, 1968).




principalmente a partir de su incorporación al desaparecido CAME, tal como fuera analizado en el acápite correspondiente.

Por lo demás, entre los principales rasgos relacionados con los componentes de equidad redistributiva, que caracterizaron el modelo de desarrollo y de gestión económica vigente en el país desde inicio de los setenta hasta mediados de los ochenta, denominado “cálculo económico restringido”69, parte consubstancial del SDPE, estaba la satisfacción de una demanda agregada creciente sin que se produjeran grandes variaciones en los precios internos.

Lo cual se posibilitaba dado el peso casi absoluto del sector estatal de la economía en la conformación de la oferta agregada y el mantenimiento, por el Gobierno, de un determinado subsidio a las empresas del Estado (ver Tabla 14), que permitía la aplicación de una política de precios relativamente constantes y bajos para los productos y bienes básicos para la población, si bien en el resto de los bienes no imprescindibles estos eran comparativamente más altos, pero a partir de criterios puramente recaudatorios, pero no económicos o con sentido de regulación.

Tabla 14.    Subsidios de precios; 1981-1989
(precios corrientes)


1981
1985
1986
1987
1988
1989
MMP
533.1
626.1
637.9
677.7
696.4
673.2
Sobre el PIB (%)
3.6
3.1
3.2
3.5
3.5
3.3

Fuente: Elaboración a partir de U-Echevarría et al (1992); Ferrán (1996); CEPAL (1999)

Por lo demás, el modelo de ingreso-consumo prevaleciente durante los ochenta (ver el amplio análisis realizado por Ferriol, 2001), presentaba determinadas singularidades. Por una parte, el 80% de los ingresos familiares provenía de los salarios, en un contexto en el que el Estado constituía consecuentemente el principal proveedor de dichos ingresos, toda vez que el 95% de la ocupación provenía de fuentes estatales, en tanto que el consumo realizado a partir de dichos ingresos se basaba principalmente en ofertas provenientes del mismo.

Todo ello permitió una amplía política de "gratuidades" y/o acceso subsidiado al consumo de bienes y servicios. De conjunto, se estimaba por Quintana (1991), que el 56% de dicho consumo se obtenía a cuenta del trabajo, por medio de los salarios y los ingresos de los cooperativistas y privados, en tanto que el 44% restante se realizaba por vías redistributivas de distinta índole (transferencias de Gobierno, subsidios de precios, seguridad social, o de forma "gratuita", es decir, no pagos). Más tarde, con posterioridad al proceso de ajuste de los noventa, estas proporciones condicionarían determinadas dificultades en cuanto a la preservación de la equidad.

En el período comprendido entre 1975 y 1988, el incremento global de los precios al consumidor estuvo en el entorno de algo más del 50%, lo cual resulta de poca significación si se compara con las dinámicas de precios en los restantes países latinoamericanos en dichos años. Al tomar como referencia el deflactor implícito del PIB (Tabla 15), el mismo se mantuvo sin variaciones significativas en los años de pre crisis e incluso unos pocos años después.

En la década de los ochenta, solamente se llevaron a cabo tres reformas parciales de precios con repercusión directa sobre la población, si bien cuando se aplica la Reforma General de Precios Minoristas en 1982, se había llevado a cabo en 1981 una Reforma General de Salarios que implicó un aumento del fondo salarial nacional del orden del 25% entre 1980 y 1981 (CEE, 1989).

  
69   Variante restringida del procedimiento de Cálculo Económico aplicado en la ex Unión Soviética, además, y como ya fuera referenciado, al aplicarse en Cuba, a mediados de los setenta, este ya había sido modificado radicalmente en el país de origen.




Tabla 15.    Deflactor implícito del PIB; 1986-1992 (1986=100)


1986
1988
1987
1988
1990
1991
1992
Deflactor
100.0
100.4
101.9
103.7
107.3
99.7
103.2









Fuente: Elaboración a partir de CEPAL (1999)

La referida política de control de precios tenía lugar al tiempo que no existía en el país, a lo largo de todo el período señalado, un sistema de impuestos directos, ni en relación con las personas jurídicas ni con las naturales. De hecho, tan sólo estaba vigente el llamado “impuesto de circulación”, que gravaba a un conjunto de artículos y bienes no esenciales, es decir, no de primera necesidad, tales como cigarrillos, bebidas alcohólicas, entre otros, el cual en la práctica había estado operado como un impuesto al consumo y constituía el 30-40% de los ingresos fiscales (U-Echevarría et al 1992).

En general, la evolución y adaptación a las circunstancias específicas de cada momento, del esquema de desarrollo adoptado, conjuntamente con las favorables relaciones externas y los ingentes esfuerzos internos, le permitió al país alcanzar apreciables ritmos de crecimiento del PIB durante la década de los setenta y en la primera mitad de los ochenta, como pudo ser apreciado en la Tabla 3.

Ahora bien, ya a mediados de los ochenta, como fuera establecido preliminarmente, el modelo de desarrollo y acumulación aplicado hasta ese momento comienza a dar muestras de insuficiencias y agotamiento, con una desaceleración del ritmo de la economía (ver Tabla 16), como manifestación de ciertas limitaciones estructurales de la misma para garantizar el proceso reproductivo y de las consecuentes rigideces para enfrentar las restricciones del intercambio externo, que comienzan a mostrar signos de persistencia ya a partir de la primera mitad de los ochenta (U-Echevarría, et al 1992; Hernández y U-Echevarría, 1990).

Tabla 16:    Evolución quinquenal del PIB; 1971-1989 (precios constantes 1997)

1971-80          1981-85          1986-89

Tasa promedio anual (%)
6.5
8.5
0.7





Fuente: Elaboración a partir de Ferrán (1996) y CEPAL (1999)

Tales insuficiencias se manifestaron, ante todo, en: un incremento de la ineficiencia en el funcionamiento de la economía; el crecimiento del déficit en la balanza comercial externa y en la balanza de pagos, que finalmente se convertiría en crónico y que se cubriría con empréstitos de corto plazo; un negativo saldo presupuestario que se acelera a partir de 1983; el alargamiento de los plazos constructivos y la demora de la puesta en marcha de las inversiones, con altas tasas de acumulación acompañadas por caídas en el rendimiento del capital fijo productivo; para una ampliación ver Hernández y U-Echevarría (1990) y U-Echevarría et al (1989).

Por lo demás, los recursos invertidos en los programas tradicionales de exportación no alcanzaron el nivel de respuesta esperado, las industrias sustituidoras de importaciones resultaron altamente intensivas en capital y energía; la producción de bienes de consumo se mantuvo rezagada, tanto en cantidad como en calidad; en tanto que en la agricultura los crecimientos resultaron excesivamente dependientes de los suministros externos.

Hacia 1984, como se hiciera referencia oportunamente, tal situación determinó que se reformulara la política económica, originando el así denominado período de “rectificación de errores y tendencias negativas”, Este proceso fue concebido llevarlo a cabo en el entorno del propio modelo de gestión vigente, que no se entendió oportuno reformular a fondo.

En el plano funcional, ello generaría diversas y variadas contradicciones en cuanto a procederes prácticos y conceptuales, con lo cual se amplió y extendió nuevamente y de forma acelerada el sistema de regulación económica por mandato administrativo y gran discrecionalidad.

Si bien es cierto que estos esfuerzos, que habían presentado ciertos resultados positivos, tuvieron que ser paralizados, dada la nueva situación creada por la crisis, no es menos cierto que los cambios que hubieran sido necesarios no podrían verificarse plenamente en los marcos del modelo de gestión vigente, dada la naturaleza del escenario macroeconómico existente, que puede ser sintetizado en la Tabla 17.

Tabla 17.    La tasa de acumulación bruta y la brecha fiscal y externa, 1985-1990


Tasa
Deficit
Deficit/
Deficit
Deficit/
Saldo Cuenta
Scc/


Acum.
Interno
PIB
Presup
PIB
Corriente
PIB


(%)
(MMP)
(%)
(MMP)
(%)
(MMP)


(%)









1985
27.3
1643
8.1
253
1.3
-2192
10.9

1986
24.1
1794
9.2
188
1.0
-2433
12.5

1987
21.6
2097
10.9
609
3.2
-2130
11.1

1988
22.7
2484
12.3
1147
5.7
-2170
10.8

1989
24.3
2903
13.9
1406
6.7
-3001
14.6

1990
23.3
3287
15.9
1958
9.5
-2546
12.3


Fuente: Elaboración a partir de U-Echevarría et al (1992); y CEPAL (1999)

Una caracterización de las peculiaridades del funcionamiento de la economía cubana, previo a la crisis, no quedaría adecuadamente expuesto si no se hace referencia de nuevo al carácter centralizado de los mecanismos de dirección, regulación y gestión que, como se señalara garantizaban, en su accionar corriente, precios estables no sujetos a las condiciones y variaciones de los mercados mundiales70.

En dicho contexto, caracterizado por un proceso de distribución y asignación física de recursos de forma altamente centralizada, tanto en lo funcional como en lo operativo, desaparecen abruptamente las fuentes que garantizaban la sistematicidad y articulación de dichos mecanismos, es decir, las ventajosas relaciones económicas mantenidas durante largo tiempo con los antiguos países socialistas.

3.2.  Recesión económica y ajuste

Al igual que para el resto del área durante la década anterior, es decir, la de los años ochenta, el factor detonante de la crisis cubana de los años noventa vendría dado por la súbita desaparición de las fuentes externas de financiamiento, situación que en ambos casos conduciría a una caída en vertical de la capacidad importadora.

Aunque con impactos de magnitud muy similares, en cuanto al signo y dirección de éstos, la propia naturaleza del origen en ambos casos, conjuntamente con las diferentes peculiaridades del funcionamiento y del punto de partida, marcarían la forma en que los mismos se manifestaran macroeconómicamente, así como en cuanto a la transmisión del ajuste económico concomitante y sus mecanismos de propagación; aunque su influencia sobre el desempeño de la economía fuera de igual índole; una profunda recesión. Para una visión comparada, con el resto del área, de la

  
70   Como se verá más adelante, esto desempeñaría un papel relevante en el enfrentamiento de la crisis en sus momentos iníciales.




profundidad del shock de importaciones, puede verse la Figura 7, donde se aprecia que la mayor profundidad de éste se verificó en la economía cubana.


Para América Latina, este shock externo negativo se origina en la combinación de una caída significativa en los términos de intercambio y un abrupto incremento de los tipos de interés internacionales, que finalmente llevaría a la conocida crisis de la deuda, con la moratoria mexicana de agosto de 1982. En el caso cubano, este shock se derivaría directamente de la precipitada pérdida de la parte fundamental de sus relaciones económicas externas en apenas dos años71 y por supuesto, de las relaciones de precios establecidas, el efecto de esto último, puede verse a partir de la Figura 8.

En un medio en que un 85% del intercambio comercial del país se realizaba en el área socialista, 3/4 partes concentradas en tres grupos de productos (combustibles, alimentos y sus materias primas, y

(71)   Aun y cuando habría que apuntar que desde la primera mitad de los ochenta, los suministros socialistas para la formación bruta de capital comenzaron a presentar ciertas insuficiencias para el aseguramiento de programas priorizados de vital importancia para el país.



maquinarias y equipos), ello generaría un impacto cuya magnitud y profundidad están más allá de cualquier otra consideración, en lo referido a otros factores afines. Además de perder, también, los mercados fundamentales de exportación e importación.

Por otra parte, la desaparición de aquel modelo, también dejó a Cuba en condiciones difíciles desde el punto de vista de su participación en la economía internacional, debido a: su especialización exportadora basada en unos pocos productos primarios; alta dependencia importadora de las tecnologías procedentes de aquellos países; estructura organizativa altamente centralizada, con poca o ninguna vinculación directa de las empresas productoras o consumidoras con los mercados externos y poco o ningún conocimiento de las peculiaridades de éstos; planificación centralizada basada en balances materiales, con prácticamente ningún uso de instrumentos financieros para la regulación económica.

Adicionalmente, en el área de moneda libremente convertible, que cubría el 15% restante del intercambio comercial del país, y que constituía un muy importante complemento a determinadas insuficiencias de los suministros socialistas, se presentaba una difícil situación financiera y comercial al producirse el impacto antes mencionado, razón por la cual esta área no pudo actuar como un amortiguador relativo, tal y como se había procedido en otras oportunidades72.

En resumen, En menos de 24 meses, el país perdió el 50% de su capacidad de compra (ver Tabla 18) y consecuentemente redujo sus importaciones, y en cuatro años (entre 1989 y 1993), éstas disminuyeron a un 30% del nivel de 1989; en fin, el país quedó aislado de las fuentes de crédito internacional. Estos factores determinaron una caída continuada de la actividad económica hasta 1993, con una disminución acumulada del Producto Interno Bruto de un 35%73.

Tabla 18.    Evolución relativa de las importaciones; 1985-1993 (precios constantes 1981)



1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993

Import./










PIB
31.2
28.4
28.5
28.4
28.9
28.1
19.5
12.0
13.0

(%)










Indice
105.0
95.4
93.8
96.7
100.0
94.3
59.1
32.8
30.7

(1989=100)










Fuente: Cálculos a partir de CEPAL (1999)

Si a todo lo anterior, se le adiciona el mantenimiento de precios desfavorables del azúcar en los mercados internacionales en el período precedente, de alrededor de 30 USD centavos/libra en 1960 hasta poco menos de 10 USD centavos/libra en 1988, así como la intensificación del bloqueo norteamericano, que profundizan el debilitamiento de las bases de sustentación de la economía del país, se tendrá una idea aproximada de la magnitud de la crisis a la que se vio precipitada la economía cubana a inicios de los años noventa, al desaparecer las favorables condiciones en que se desenvolvían las relaciones económicas externas del país. Lo cual, desde el punto de vista del efecto sobre el desempeño macroeconómico del país, puede sintetizarse tal y como se muestra en la Tabla 19.

  
72   Incluso, en tales circunstancias, hubo ocasiones que la factibilidad de acceder a dicha área, por insuficiencias en los suministros socialistas, había sido facilitado por financiamientos de la propia comunidad socialista.

73   Resulta conveniente destacar que esta caída no fue mayor, debido a la acumulación de un volumen importante de inventarios de diversos productos, estimado en un 15-20% del PIB, que permitió minorar, de una forma no despreciable, la interrupción de los suministros correspondientes. Cuando se analiza la composición del PIB por su destino, se aprecia fácilmente la magnitud de la reducción de inventarios en la creación del producto en dicha época.




Tabla 19. Indicadores de desempeño macroeconómico: 1989-1993


1989
1990
1991
1992
1993






PIB/hab. 1989=100
100
96.0
84.9
74.6
63.1
Oferta global





(precios/81) 1989=100
100
96.5
81.4
68.8
59.9
Consumo hogares





(precios/81) 1989=100
100
94.2
85.0
73.1
67.3
Índice de precios no





regulados
100
102.1
263.4
509.9
1552.6
Tasa de acumulación (%)
24.3
25.0
14.9
6.9
5.8
Liquidez monetaria(a) M1-





(MMP)
4163
4986
6663
8361
11043
Liquidez/PIB(b)(%)
21.3
23.9
38.0
51
86.0
Déficit publico/PIB(b (%)
6.7
9.4
21.4
29.7
30.4
Tipo de cambio(a)





(P/USD)
nd
7
20
45
100(c)
       A final del año
49  En términos corrientes
50  En el verano del siguiente año alcanzaría un nivel máximo de 150 Pesos/USD

Fuente: Tomado de U-Echevarría (1997b).

La concentración con el CAME de las relaciones comerciales y financieras, expresaba grados más profundos de vinculación, de tal forma, la dislocación de esas relaciones tuvo un efecto generalizado, multiplicativo y extendido en la totalidad de la economía. Por lo demás, la naturaleza de estas relaciones habían atenuado, de cierto modo, la tipología y magnitud de desequilibrios, de algún modo persistentes y recurrentes, de balanza de pagos, originados por una estructura del funcionamiento económico con las peculiaridades esbozadas en los puntos precedentes74, así como de las desproporciones que les dieran origen, los cuales se han manifestado con toda fuerza y amplitud hasta nuestros días.

De hecho, estos aspectos se manifestarían, como ya fuera identificado, en uno de los principales problemas estructurales de la economía cubana. En este sentido, como ya fuera reseñado, se plantearía una especie de analogía con el resto del área; la existencia de un prototipo de “crisis silenciosa”; en que la compensación externa, mantenida con facilidad en el tiempo, encubre los problemas estructurales que limitan la generación de un ahorro interno adecuado. Esto último, constituye hoy en día una de las principales fallas estructurales del país, dada por la insuficiencia en la generación de los medios de acumulación endógenos, sobre la base de la movilización de los recursos nacionales.

Tal contracción, haría que el ahorro externo llegara a financiar más del 50% de la inversión bruta del país en 1989, para 1996 el mismo cubriría apenas el 36%, lo cual, ante la significativa reducción del ahorro interno, y consecuentemente de la tasa de acumulación75 que se contrae del 25-30% entre 1975 y 1984, hasta menos del 15% hacia finales de la década de los años ochenta, se constituiría en una fuerte restricción a la formación bruta de capital, con la consiguiente descapitalización que se verificara a partir de dicho momento y que persiste hoy en día. En resumen, la interrupción de las fuentes comerciales, crediticias y financieras, significó mucho más que una afectación a las relaciones externas, influyendo fuertemente sobre otros aspectos básicos de la economía.

74   El de una economía orientada al exterior en un marco “protegido”, que de hecho encubrieron los principales problemas estructurales de la economía cubana.
75   Medida como el porcentaje de la creación del producto que se destina a la acumulación bruta.



La magnitud del ajuste correspondiente plantearía al país una disyuntiva de supervivencia, en la cual no resultaba factible ni viable la aplicación de los mecanismos tradicionales correspondientes, dados los altos costos sociales que se derivaría de ello, con consecuencias impredecibles en esta esfera (Rodríguez J.L. 1996a y1995); además de otros de carácter estrictamente técnico (ver U-Echevarría 1997 y1996).

En dicho contexto, un ajuste por el lado de la demanda, como es la recomendación de las recetas tradicionales, hubiese desencadenado impactos distributivos de impredecibles consecuencias, puesto que para apoyar la devaluación monetaria requerida, en este caso de una magnitud considerable, por lo regular, por no decir siempre, se verifica una drástica reducción del salario real, simultáneamente con fuertes contracciones del gasto público y del subsidio a bienes de consumo básicos.

Como es natural, el ajuste en Cuba se realizó por el lado de la oferta, principalmente mediante la limitación del suministro de bienes de consumo a la población, ampliando el sistema de racionamiento de acuerdo con las nuevas disponibilidades dadas por la contracción de la oferta agregada, manteniendo, como ha sido señalado, precios regulados centralmente para dichos productos. Además, se produjo una severa restricción a la formación bruta de capital con el consecuente proceso de descapitalización del capital fijo.

El ahorro forzoso de la población, resultante de dichas medidas, constituyó, como fuera destacado oportunamente por CEPAL (1999), el principal instrumento que permitió hacer frente, inicialmente, a la interrupción de las transferencias externas sin contraer el gasto fiscal, en lo referido a salarios, puesto que ello formaba parte del objetivo inicial de no afectar los ingresos nominales, pero si en lo relativo al componente material del gasto, el cual fuera ajustado. Además, se evitó el desembocar en una hiperinflación abierta; por lo demás, el mencionado control de precios contribuyó a preservar, en cierta medida, el ingreso real de la población.

Naturalmente, ello desembocó en una considerable aceleración del déficit público, que alcanzaría un punto extremo en 1993 en que alcanza el 30% del PIB, conjuntamente con una liquidez monetaria76 de considerable magnitud y con un alto componente excedentario; en el verano de 1994 alcanzaría su nivel máximo, que se calculaba en unos 11,9 mil millones de pesos, un 60% del PIB a precios corrientes para dicho año, que determinó que el tipo de cambio en los mercados informales se disparara hasta alcanzar un nivel máximo de 150 P/USD a mediados de dicho año, expresión de la inflación implícita de dichos momentos (ver Tabla 20).

Tabla 20. Déficit fiscal y liquidez monetaria: 1989-1993 (precios corrientes)


Deficit
Deficit/
Liquidez
Liquidez/
Tipo de

Final
PIB
Acumulada
PIB
cambio

(1989=100)
(%)
(MMP)
(%)
P/USD(a)
1989
100.0
6.8
4163
20.2
...
1990
139.2
9.4
4986
24.1
7.0
1991
267.7
21.5
6563
37.8
20.0
1992
346.2
29.7
8361
51.5
45.0
1993
359.0
30.0
11043
66.7
100.0
·    A final del año
Fuente: Cálculos a partir de CEPAL (1999)

El mecanismo empleado en el país para actuar por el lado de la oferta, con una parte fundamental del consumo efectuado mediante el racionamiento, basado en precios e ingresos fijos

 ·76     Es decir, el dinero de alto poder expansivo (dinero primario), o agregado monetario M1; además del circulante (billetes y monedas), se incluyen en este caso los depósitos de ahorro, ya que en la práctica cubana hasta el presente, éstos han operado como depósitos a la vista, debido a la alta liquidez efectiva de dichas cuentas en el sistema bancario.



y con una apreciable liquidez fuera de los circuitos formales, propició paralelamente, como expresión funcional de esta situación, un considerable ascenso de la economía sumergida (o mercado informal).

Este “mercado”, González (1995) lo definiría como el espacio económico de las transacciones de bienes y servicios no autorizadas oficialmente, de carácter legal o ilegal, que surge en el país por insuficiencias del surtido de la oferta estatal a la población, que se acrecienta notablemente por las razones antes expuestas, principalmente por una emisión monetaria inorgánica. Para muchos, ésta constituye una válvula de seguridad en sociedades excesivamente reglamentadas o poco diversificadas (ver Germanangue-Debore, 1996), tal como era, y en cierto grado continúa siendo, la economía cubana.

Esta área o espacio económico, tiende en general a la formación de un mercado donde operan las leyes de la oferta y la demanda. Así, se estimaba un volumen de transacciones monetarias equivalentes a las efectuadas en la economía formal (estatal) de aquellos momentos, aunque con un contenido material sumamente inferior, lo cual constituyó la manifestación de la inflación interna (González, 1995), ver la Tabla 21.

En resumen, la recesión económica pondría a descubierto desequilibrios, pero principalmente desproporciones, de larga data en la economía cubana, que fueran, de una u otra forma, encubiertas a lo largo del tiempo dada la compensación externa derivada de las facilidades de acceso a dicho financiamiento.

Tabla 21.    Indice de precios economía sumergida; 1986-1994 (1989=100)

1986    1987     1988     1989     1990     1991       1992        1993         1994

Mercado        90.0 100.1     97.6     100.0     102.1   263.4      509.9     1552.6 1396.5 informal


Fuente: CEPAL (1999)


Continuará


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