La Tarea
Ordenamiento al fin llego. Lo hizo tarde y en el peor momento, pero el Gobierno
tuvo la valentía estratégica de asumirla, enfrentar sus consecuencias y
gestionar con habilidad los errores inevitables de una tarea trascendental y
enorme que debió ser acometida en muchas mejores condiciones diez años antes.
Pero incomprensiblemente se ha detenido. Es como si no se hubiera planificado
la secuencia de lo que seguía. En esas condiciones el riesgo de la inflación
era evidente. Se advirtió, pero con controles de precios solo no es posible
controlarla. La emisión monetaria ha resultado necesariamente alta, confirmando
la política de no aplicar una terapia de choque, evitando que el imprescindible
ajuste recayera, en el corto plazo, en la población menos favorecida. Pero el
déficit de oferta se hace cada vez más evidente y la empresa estatal,
acostumbrada a resolverlo todo importando no acaba de reaccionar. Va a demorar
en hacerlo. Y al no existir objetivamente posibilidad de que en el corto plazo
(uno o dos años), las empresas estatales puedan generar un incremento de la
oferta significativo, la única posibilidad objetiva de evitar y combatir una
inflación galopante, además para permitir
salvar en el mediano plazo las conquistas de nuestro socialismo, es introducir
rápidamente y sin más temores absurdos al sector privado en la economía, con
las limitaciones y regulaciones que establece la Constitución de la República
aprobada en el 2019, hace dos años.
La legislación
correspondiente para la reglamentación de las Pymes, para lo que existe una
amplia experiencia internacional y que son identificadas en la Conceptualización aprobada
en el VII Congreso del Parido hace 5 años, como pequeñas, medianas y microempresas
privadas; junto a los Trabajadores por Cuenta Propia, en la nueva propuesta
presentada por la Ministra de Trabajo, en el que exista un listado de lo que se
prohíbe y en que todo lo demás se pueda presentar a aprobación como un proyecto
en una ventanilla única, y que se analice y se apruebe en forma expedita; además de la regulación legal definitiva de
las llamadas cooperativas no agropecuarias, son las decisiones más urgentes que
tendría que adoptar el Gobierno para sin tener que invertir, comenzar a detener
y lentamente a revertir el peligroso proceso de inflación que comienza a
desatarse y para el cual el control de precios topados está demostrado que es
contraproducente porque le pone un valladar infranqueable al desarrollo y
crecimiento de la producción, especialmente de los alimentos. Los precios de
los productos alimenticios comienzan a disminuir, en Cuba y en el mundo cuando
la producción comienza a superar la capacidad solvente de la población de
adquirirlos. Cuando ese punto se alcanza, los precios comienzan a disminuir.
Las fórmulas y métodos de proteger a la población que no tiene capacidad de
acceder a los precios regulados del mercado de productos alimenticios se
conocen y de ellos existe amplia experiencia internacional. En este comentario
no pretendo abundar sobre este aspecto, pero si antes de que los burócratas desactualizados
o con criterio facilista decidan sobre un tema tan estratégico para el
crecimiento de la producción agropecuaria, se les consultara en un proceso
amplio y sin exclusiones de ningún tipo, a las decenas de compañeros de muchos
años de trabajo con conocimientos y
experiencia que no tienen otro interés que contribuir a que se aplique
en la administración y conducción de la economía, conceptos y métodos, que
lamentablemente somos casi el único país que insiste casi irracionalmente en no
aplicarlos, se podrían evitar los errores que desde hace casi 5 años se vienen
cometiendo y que han provocado que en un momento tan peligroso en varios
sentidos como el actual, la capital del país, con más de dos millones de
habitantes se haya quedado sin productos alimenticios producidos por la
agricultura cubana.
No hay tarea más
urgente que poner a producir al máximo de sus posibilidades a la agricultura
cubana. Y no puede ser un objetivo del Plan para el 2030. Debería ser un
objetivo a lograr en un horizonte temporal de tres años como máximo. Eso es
lograble si se hace lo que hay que hacer. La inversión estatal debe volcarse en
la infraestructura que beneficia a la capacidad productiva de las tierras de
toda la nación y en las empresas estatales tanto agropecuarias como las que
procesan con la tecnología más moderna posible esas producciones y las de las
cooperativas que se encadenan con las empresas. Esta parte hay que gestionarla
y medirla aparte de la agricultura en manos de pequeños productores privados,
que integran cooperativas agropecuarias, de créditos y servicios y también los
usufructuarios de tierras, que sean socios o no de las CCS, y que explotan las
tierras peores del país, en todos los sentidos, pero que sin embargo, producen
en condiciones muy desventajosas más del 50% de muchos de los alimentos que
reclama diariamente la población para su alimentación. Esta es la parte
precisamente que hay que abrir a la inversión de las Pymes para que introduzcan
en las mismas pequeños capitales, tecnología, pequeñas inversiones en riego, energía
solar, técnicas de comercialización e introducción de las tecnologías de la
información. Demorar más esta decisión, será un error muy grave en la
conducción económica, que tiene todas las posibilidades de convertirse en un
error político. No basta con decir que se está estudiando entre las tareas del
Plan. Hay que legislar con agilidad.
*Joaquín Benavides Rodríguez. Ocupó el cargo de Ministro- Presidente del Comité Estatal de Trabajo y Seguridad Social de Cuba (1980-1986). Fue Ministro de Gobierno y Presidente de la Comisión Nacional del Sistema de Dirección de la Economía (1986-1991). Entre 1991 y 2003 ocupó el cargo de Viceministro de Economía del Ministerio de Transporte
Joaquín insiste en algo que se ha pedido por muchos entendidos y que no acaba de cuajar. El País está en emergencia, entre el Covid19 y las medidas de Trump que permanecen sin saberse hasta cuando, la gente está que no puede más, sumale a esto que la contra, conciente de la situacion, está aprovechando para mover sus hilos y revolver los animos. En este escenario nuestros burócratas siguen estudiando la mejor manera de hacerlo todo, son compreder que lo perfecto es el mayor enemigo de lo bueno y que nos estamos jugando, como nunca el futuro que queremos ellos y todos los que amamos este maravilloso País
ResponderEliminar