Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP
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Estos
constituyen parte esencial de una dinámica en ascenso por la privatización de
la actividad económica en general y de la salud en particular. Si bien se
sustentan en estudios financiados por entes públicos, caso de las Universidades
e Institutos especializados, la producción queda a cargo del sector privado.
Así, las ganancias son apropiadas por las empresas transnacionales
farmacéuticas que distribuyen sus dividendos entre los accionistas. El Estado
capitalista es la base de sustento del capital privado, algo muy evidente en
tiempos de pandemia y una crisis precedente que se potencia con las
incertidumbres de la situación sanitaria.
La gran
esperanza contra la incertidumbre eran las vacunas, con el objetivo de
inmunizar a la mayor parte de la población. Los laboratorios aceleraron los
tiempos de investigación y desarrollo generando optimismo, rápidamente negado
por la concentración del acopio de las dosis entre los principales países del
capitalismo mundial. Una agencia de noticias señala:
“La desigualdad en la distribución de las vacunas contra el Covid-19
es un hecho del que vienen alarmando tanto organizaciones sociales como la
Organización de Naciones Unidas, que hace unos días denunció que diez países
habían acaparado el 75 % de las dosis de los antídotos a nivel mundial. Pero
sumado al desigual reparto de las inyecciones, se encuentran diversas
irregularidades en el proceso de vacunación, cada vez más notorias en la
región.”[1]
Lo curioso es
que la pandemia es mundial y si no se logra el efecto de la inmunidad global,
el propio acaparamiento de las dosis posterga un tratamiento que también
afectará a los poderosos países que acumulan vacunas.
A continuación, en
la nota se informa sobre las “irregularidades”, verdaderos casos de corrupción
en varios países, con especial atención en lo acontecido en la región latinoamericana.
Se lee:
“En América Latina, una de las regiones del mundo con mayores
desigualdades sociales, ya son tres países señalados por escándalos en los
procesos de vacunación que atañen tanto a políticos como a personalidades
públicas.
Se trata de Perú, con el ya renombrado escándalo del 'Vacunagate';
Argentina, con la llamada 'vacunación VIP' y Chile, líder en las campañas de
vacunación. Las tres naciones han destapado escándalos de corrupción en sus
procesos de inmunización.”
La concentración
económica y por ende la apropiación de las ganancias en condiciones de crisis
sanitaria, junto a la afirmación de una lógica desigual del poder de cada
Estado del capitalismo mundial hace evidente las inequidades que construye el
capitalismo. Grandes conglomerados económicos, los laboratorios farmacéuticos
que concentran y lucran con la enfermedad, amparados y sustentados por el peso
económico y político de sus Estados nacionales. Estos Estados reafirman el
poder de la dominación internacional. Los laboratorios producen en el marco de
la mundialización y se sustentan en facilidades y subsidios que otorga el
poderío de los principales países del capitalismo desarrollado y los organismos
internacionales que alientan la liberalización de la economía mundial.
De ese modo se
potencia la asimetría entre capitales privados, según su histórica acumulación
y entre países con distinto nivel de desarrollo relativo, confirmando las tesis
de la dependencia de unos capitales sobre otros y de unos países respectos de
los más poderosos.
Por eso, resulta
de interés discutir la posibilidad de encarar procesos de producción y
circulación, en este caso de vacunas, en contra y más allá de la dominación de
las corporaciones transnacionales y los países hegemónicos.
¿Es ello una utopía?
De ningún modo.
Si observamos la respuesta que en particular está desarrollando Cuba, que, en
condiciones de bloqueo prolongado por medio siglo desde EEUU, ha desplegado un
sistema de ciencia y técnica y de producción de vacunas que la coloca a la
vanguardia en la región y en disputa con la tecnología de avanzada en todo el
planeta.
La experiencia
de Cuba podría potenciarse con la capacidad técnico profesional desarrollada en
varios países de la región y del mundo, lo que supone un aliento a la
integración no subordinada.
Esta modalidad
de la integración tiene antecedentes en cierta institucionalidad promovida no
hace mucho en la región, precisamente cuando se experimentaron procesos de
gobiernos de fuerte crítica a las políticas hegemónicos de corte neoliberal en
las primeras dos décadas del siglo XXI.
Fueron tiempos
en donde se desplegaron novedades institucionales como la CELAC, la UNASUR, el
ALBA-TCP. Junto a ello, se desarrollaron iniciativas que mantienen hoy su
impronta como programas a desarrollar, especialmente la idea de una “nueva
arquitectura financiera”, o proyectos de articulación productiva en materia de
alimentos o energía, propendiendo a objetivos de soberanía alimentaria,
energética o financiera.
Por ende, no debe
sorprendernos la concentración económica, o la corrupción, no solo privativas respecto
de las vacunas. Se trata de una cuestión esencial, funcional a la lógica
capitalista de la ganancia, del individualismo y el sálvese quien pueda.
La objeción a la
situación desigual y a las tensiones en torno a la incertidumbre por la
pandemia y la indignación que supone el privilegio de sectores cercanos a las
esferas de nuestros gobiernos, requiere una impugnación de fondo al orden
capitalista.
Buenos Aires, 23 de febrero de 2021
[1] France 24 del 21/02/2021, en: https://www.france24.com/es/am%C3%A9rica-latina/20210220-america-latina-desigualdad-vacunacion-escandalos
Las inversiones requeridas para el desarrollo de las vacunas para la Covid-19, ha sido multimillonaria y varios estados han realizado esas inversiones con el compromiso de las farmacéuticas de entregar cantidades suficientes para la inmunización de sus ciudadanos, sería de todo punto ilógico que los países que desarrollaron las vacunas y los que las financiaron dieran preferencia en la distribución a países que no aportaron nada en el desarrollo de las mismas. Rusia, con el ánimo de ganar en reconocimientos, está exportando cantidades considerables de su vacuna Sputnik-V, mientras que una enorme cantidad de sus habitantes permanece sin vacunar, es lógico que su pueblo le exija por sus derechos a recibir sus vacunas antes que los de otros países que no financiaron la producción de las mismas. Esperemos que cuando estén registradas las vacunas que se desarrollan en nuestro país no ocurra lo mismo y que tengamos que seguir viendo morir a nuestros compatriotas por suministrar vacunas a otros países.
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