…no
hay nada que eduque más a un hombre honrado
que el vivir dentro de una revolución.
Ernesto
Che Guevara[2]
Resumen
El
presente artículo trata de mostrar las concepciones y las acciones to
madas por
el Che Guevara como Ministro de Industrias, sobre el desarrollo integral del
hombre en el proceso de construcción del Socialismo y en particular sobre el
desarrollo de los recursos humanos en su esfera.
Palabras claves.
Che Guevara, recursos humanos, capacitación, socialismo,
revolución cubana, Ministerio de Industrias de Cuba
Introducción
Existe una corriente que trata de presentar al Che como un mito, un
soñador, casi un santo, algo inalcanzable e irrepetible, que dio su vida por un
noble ideal, pero que ya no tiene presente ni futuro. Al mismo tiempo, esa
corriente deliberadamente ignora su labor creadora como constructor de una
nueva sociedad y a negar y ocultar la vigencia de su pensamiento y de su acción
en los momentos actuales.
En la vida y obra del Che
hay aspectos cuya indagación debe contribuir, por ser menos conocidos que
otros, a una mejor comprensión de su multifacética personalidad. Uno de esos
aspectos es, precisamente, el concerniente a su participación directa en la
construcción de la base técnico-material del socialismo en Cuba y, en
particular, a su gestión como Ministro de Industrias. En esta función desempeñó
un importante papel en el proceso de industrialización cubano y, vinculado al
mismo, en la promoción y organización del progreso científico y tecnológico y
en particular el desarrollo de los recursos humanos en este sector. Todo lo
anterior se sustentaba en un profundo desarrollo de la conciencia del hombre y
del papel de éste como actor central y objetivo principal en la construcción de
la nueva sociedad socialista.
Por otra parte, el Che comprendía que el factor político no se basaba
exclusivamente en el hecho de haber tenido una participación en el proceso
revolucionario, o hacer profesión explícita de fe en la Revolución. A este
elemento tenían que unirse elementos esenciales tales como conocimientos,
cultura, liderazgo, sensibilidad humana, austeridad y modestia, entre otros,
sin los cuales, tampoco se podía tener responsabilidades en diferentes niveles.
El oportunismo, la arrogancia, los métodos de ordeno y mando no tenían cabida,
mucho menos, los que trataban de obtener beneficios personales en el cargo.
El punto
de partida
En vísperas de la Revolución, en
1958, había en Cuba casi un millón de analfabetos y sólo recibían educación
primaria 717 mil alumnos; la mitad de los niños en edad de asistir a la escuela
no lo hacían. La educación técnica de nivel medio era muy
escasa; se concentraba en las llamadas escuelas de Artes y Oficios. La
educación superior no estaba preparada para satisfacer las demandas que
reclamaba el desarrollo, tanto en el orden de la cantidad de especialistas que
se debían formar, como en el de los perfiles necesarios y la calidad requerida.
En la estructura de la matrícula, las humanidades alcanzaban un 23% y la
tecnología sólo un 11%. La formación se caracterizaba por ser en gran parte
teórica, alejada de la práctica y muy desvinculada de las realidades del país (Fernández 1975).
La recuperación por parte del Gobierno Revolucionario de establecimientos
industriales pertenecientes a malversadores, latifundistas y propietarios
burgueses cubanos vinculados con la tiranía de Fulgencio Batista, quienes
huyeron del país en los primeros meses después del triunfo de la Revolución,
así como las ulteriores nacionalizaciones que culminaron el 13 de octubre de
1960, llevaron a la creación del Ministerio de Industrias (MININD), donde se
concentró la casi totalidad de la producción industrial. Para dirigirlo se
designó al Comandante Ernesto Che Guevara[3].
En el Ministerio de Industria, el enfoque para los trabajos del desarrollo
industrial y científico-tecnológico fue integral. No solo abarcaba los aspectos
de la investigación y el desarrollo, sino los problemas de la transferencia de
tecnología, la organización racional del trabajo, la información
científico-técnica, la normalización, la metrología y el control de la calidad,
la modernización de los procesos administrativos y muy en particular, la
calificación de los recursos humanos en todos los niveles entre otros; se
trataba de que todas estas actividades se interconectaran y se vincularan
estrechamente con los problemas actuales y perspectivo de la producción.
Tomando en cuenta un número de factores, como el grado de dependencia de
suministros de equipamiento, maquinarias, materiales, piezas de repuesto y de
tecnologías respecto a los Estados Unidos; el bloqueo imperialista impuesto por
el gobierno norteamericano al país que cortaba el suministro de materias primas,
maquinarias, equipamientos y otros insumos; el carácter artesanal de la mayoría
de los centros manufactureros; la escasez de personal técnico, agravado por el
abandono del país por la mayor parte de él; el bajo nivel técnico y cultural en
general de los trabajadores y de muchos de quienes tuvieron que asumir la
dirección de las fábricas; el volumen, complejidad y heterogeneidad del
conjunto de las industrias agrupadas en el organismo; la inexperiencia en
general de todo el aparato central del Ministerio y sus empresas en la
conducción armónica y planificada de toda la industria; la débil y escasa
infraestructura productiva y la falta de planes formalizados de desarrollo
económico y social a mediano y largo plazos.
Mantener la producción en estas circunstancias era, de por sí, una tarea que
requería ingentes esfuerzos de dirección. Realizar esto, y al mismo tiempo,
elaborar sobre la marcha una estrategia que incluía necesariamente la formación
priorizada de recursos humanos, que permitiera tomar medidas tempranas para
asegurar el futuro con independencia de las correcciones por aproximaciones
sucesivas que iba marcando la ejecución de toda estrategia – mucho más la
elaborada en estas condiciones- confirma la visión de la Revolución Cubana, de
Fidel Castro y, en particular del Che Guevara, en cuanto a la voluntad de
avanzar y vencer las innumerables dificultades presentes y al mismo tiempo progresar
en el desarrollo social, ideológico científico y tecnológico.
El pensamiento del Che se caracterizaba por su integralidad. Las
concepciones políticas, económicas, sociales de su pensamiento están
estrechamente interrelacionadas y se llevaron a la práctica de manera
consecuente. Su acción en este sentido derivaba del criterio, resueltamente
planteado por él en El socialismo y el
hombre en Cuba, de que la formación del hombre nuevo y el desarrollo de la
técnica eran los dos pilares para la construcción del socialismo y el comunismo
(Guevara, 1970)
Por otra parte, destacaba la necesidad de
comprender la importancia en el mundo contemporáneo de estudiar, concebir y
utilizar buenas técnicas de dirección y
la urgencia de que nuestra naciente sociedad socialista asimilara rápidamente
estos instrumentos.
Destacó, además, que los dirigentes de la producción deberían alcanzar una
adecuada formación política, económica y tecnológica. De ello derivó, la
necesidad de elevar los conocimientos científicos de dirección como condición
indispensable para hacer de estos dirigentes verdaderos cuadros de dirección
económica a la altura de los requerimientos de la sociedad. Che supo descubrir
los resultados administrativos alcanzados en nuestro país por las empresas
monopolistas norteamericanas, haciendo patente la necesidad de apropiarse de
estas experiencias y aplicarlas en nuestra administración (Guevara 1977, p. 183).
Los manuales de administración, la contabilidad y su control, la utilización de
computadoras, la definición de atribuciones de órganos y dirigentes, fueron
necesidades imperiosas de una correcta dirección económica y requisitos de
conocimientos para nuestros dirigentes a todos los niveles.
La capacitación. Criterios
básicos
Para encarar el proceso de industrialización trazado se requerían
ingentes esfuerzos dirigidos a la calificación acelerada de toda la fuerza
laboral, pues de su capacidad y experiencia dependía decisivamente la
realización del desarrollo industrial sobre bases científicas y tecnológicas.
El Che resumía su concepción de la siguiente forma:
Cada día la industria moderna exige un
adiestramiento mayor, una cultura técnica superior, los instrumentos y procesos
productivos se tornan más complejos, más automatizados. La capacitación es
necesaria, desde luego, para obtener un mayor rendimiento de las actuales
instalaciones y recursos industriales, pero también es decisiva para planear la
construcción de las nuevas fábricas. Muchas veces se dispone de las maquinarias
y equipos para instalar una fábrica, pero se carece del conocimiento, de la
experiencia para incorporarlos rápidamente a la producción. No es exagerado
afirmar que la clave para poner en marcha un rápido proceso de
industrialización y asegurar su éxito sostenido, está en la formación de una
numerosa fuerza de trabajo altamente calificada: desde científicos a obreros
especializados (Guevara, 1966a, p.
95).
Además, indicaba los caminos en los primeros años de la Revolución para
desarrollar los recursos humanos en la industria:
La capacitación de los trabajadores activos se
inicia en los centros de trabajo al primer nivel educacional: la eliminación de
algunos restos de analfabetismo que quedan en los lugares más apartados, los
cursos de seguimiento, después, los de superación obrera para aquellos que
hayan alcanzado el tercer grado, los cursos de Mínimo Técnico para los obreros
de mayor nivel, los de extensión para hacer subingenieros[4] a los
obreros calificados, los cursos universitarios para todo tipo de profesional y,
también los administrativos. La intención del Gobierno Revolucionario es convertir
nuestro país en una gran escuela, donde el estudio y el éxito de los estudios
sean uno de los factores fundamentales para el mejoramiento de la condición del
individuo, tanto económicamente como en su ubicación dentro de la sociedad, de
acuerdo con sus cualidades. (Guevara 1966b, pp. 180-185).
El Che consideraba que se estaban viviendo unos momentos de cambios
tecnológicos tan fantásticos, que realmente era una obligación de todos los
directores de empresas estudiar al máximo los avances tecnológicos y las
novedades que iban surgiendo.
Así, sobre la capacitación expresaba:
El complemento indispensable sin el cual todo
el plan queda convertido en un sueño [es] la capacitación científica,
tecnológica, técnica, de los cuadros de todos los niveles, con una dedicación
especial al descubrimiento y desarrollo de futuros cuadros dirigentes (Guevara, 1972, p.109).
Orientaciones y acciones consecuentes
Dada la importancia asignada a la capacitación, ésta fue una actividad
altamente priorizada. El Che la visualizaba como una acción general, en todas
las fábricas, empresas y en el propio Ministerio, siendo una responsabilidad de
cada cuadro dirigente en su ámbito respectivo de actuación.
En sus Orientaciones para 1963,
volvió a enfatizar que la capacitación era vital para el desarrollo de nuestra
economía y, más aún, en esa etapa inicial de construcción del socialismo.
Subrayó la necesidad de que todos los dirigentes estuvieran incorporados a
círculos de estudio, los que no tenían que ser necesariamente de tipo político;
podían ser de tipo técnico o cultural. Consideraba imprescindible identificar y
destacar la capacitación requerida para los planes perspectivos que estaban
siendo elaborados por el Ministerio.
Para 1964 señaló que se habían obtenido avances sustanciales en esta
tarea, aunque todavía no se había obtenido un éxito completo, ni en la
capacitación masiva, ni en las específicas para las fábricas que serían
construidas en los años siguientes, ni en la calificación de diferentes oficios
comunes a muchas industrias. Criticó la poca atención que las empresas
prestaban a la capacitación. Volvió a insistir en la necesidad del ejemplo de
los dirigentes y técnicos en participar en círculos de estudios para aumentar
su capacidad en materias afines a su trabajo, sin permitir que el trabajo
cotidiano los hiciera olvidar la necesidad de capacitarse. Además, el Che
insistía y volvía a insistir en el ejemplo de los dirigentes y en su visión
perspectiva en cuanto a la capacitación.
Para 1965, señaló que se habían realizado avances notables respecto a la
capacitación masiva y primaria de nuestros obreros, pero se presentaban
debilidades en la capacitación de los niveles superiores, técnicos y
administrativos. El ejemplo que los dirigentes deberían dar – como él había
orientado – no se había cumplido a plenitud. Los directores de empresas y los
administradores de fábricas no constituían el ejemplo deseado. Era necesario
reflexionar y preparar cuidadosamente planes para formar los técnicos
necesarios para un futuro más o menos inmediato.
El Ministerio se convirtió en una gran escuela. En cada fábrica se
organizaron cursos de nivel primario y de Mínimo Técnico[5].
Se abrieron escuelas como la de Administradores, la de Automatización y la de
Dibujantes Mecánicos, entre otras. Además, se organizaron cursos especiales
para la preparación del personal para las nuevas inversiones.
Alcanzar el 6to grado se convirtió en una obligación
para todos los administradores de fábricas[6].
Sería imposible, después de determinado momento, desarrollar exitosamente un
proceso de industrialización con dirigentes de fábrica de baja escolaridad y
calificación. Con tal motivo, en 1963, el Che dictó una resolución fijando el
plazo de un año para que todos los administradores de fábricas alcanzaran el
sexto grado. Los que no lo lograron fueron sustituidos de sus cargos, ya que
era imposible después de determinado momento que pudieran desarrollarse
exitosamente en un proceso de industrialización con dirigentes de base de muy
baja calificación. Nótese que meta tan modesta estaba propuesta: ¡poseer la
enseñanza primaria! Tal era la realidad de la época.
El
Che se dio cuenta de que la meta de un año era imposible de alcanzar para una
gran mayoría de administradores, quienes, al mismo tiempo, estaban haciendo un
esfuerzo extraordinario para dirigir sus fábricas. Otra realidad de
Debe
insistirse una vez más en el carácter de desarrollar los recursos humanos a
todos los niveles como necesidad imperiosa. También, como norma del Ministerio,
hacer que determinadas tareas se cumplieran siguiendo el ejemplo de sus
dirigentes.
Se
trató desde la creación del Ministerio, estructurar sistemas que permitieran
que los distintos técnicos y dirigentes de la producción aumentasen su
capacidad en materias que le fueran afines, en la forma y con los métodos que
resultaren más adecuados, pero sin permitir que el trabajo cotidiano les
hiciera olvidar totalmente la necesidad de su capacitación permanente. Por otra
parte, la capacitación debía adquirir características perspectivas para todo el
aparato industrial a todos los niveles.
Uno de
los logros más importantes alcanzados en el MININD fue haber impulsado una
participación masiva de la clase obrera en la solución de problemas que
diariamente afectaban la producción, como método de vital trascendencia
política para el desarrollo y promoción de cuadros dirigentes (los Comités de
Piezas de Repuesto, el Movimiento Construye tu Propia Maquinara, la atención a
lo que posteriormente se convirtió en la Asociación Nacional de Innovadores y
Racionalizadores, los Consejos Técnicos Asesores Sobre ellos el Che expresó que
eran…el laboratorio experimental donde la
clase obrera se prepara para la grandes tareas futuras de la conducción
integral del país.(Guevara, 1972a, p.200)
El ejemplo personal
El Che había orientado que los dirigentes del Ministerio, de todas las
empresas y fábricas, tenían que ser ejemplos en el estudio. El predicaba con su
ejemplo personal.
Primero, comenzó a tomar un curso de Matemática, cada jueves a las 7
de la mañana Esto representaba un esfuerzo grande, pues normalmente el Che se
quedaba en el Ministerio hasta altas horas de la madrugada. Después organizó un
curso de Matemática Superior, lunes a las 9 de la noche, en la que participamos
varios dirigentes.
Cada miércoles a las 9 de la noche, tomaba, junto con otros dirigentes
del Ministerio, un curso sobre El Capital
de Carlos Marx, impartido por un profesor, profundo conocedor de la obra
marxista. Los que participaban en ese curso comentaban que las discusiones que
se entablaban entre el Che y el profesor Mancilla eran interesantísimas, las
que muchas veces se prolongaban hasta altas horas de la madrugada. A pesar de
eso, a la mañana siguiente se encontraría con el profesor para sus clases de
Matemática.
Siguiendo
este ejemplo, los Viceministros y otros directores del Ministerio, comenzamos a
tomar un curso de Economía Política con Miguel Figueras, director entonces de
la Dirección del Plan Perspectivo del organismo.
Unas de las tareas fundamentales permanentes del Ministerio, era la
disciplina financiera, para lo cual se requería que los dirigentes tuvieran una
noción adecuada de Contabilidad. A esos fines, el Che le solicitó a un contador
cubano, muy calificado, integrante de su grupo de asesores, para que le
impartiera un curso sobre esta materia.
Además de estos cursos organizados con cierta regularidad, el Che
estudiaba personalmente y se asesoraba con diversos especialistas sobre los
procesos tecnológicos más importantes de las empresas, sobre los caminos por
los que avanzaba la tecnología en el mundo, así como las técnicas modernas de
dirección. Por otra parte, leía asiduamente literatura, incluyendo poesía, de
la cual gustaba particularmente.
Un
lunes, a finales de 1964, al llegar al salón de reuniones para participar en el
Consejo de Dirección, nos encontramos en la mesa, frente al asiento de cada
uno, un libro pequeño: Programación
Lineal, Le preguntamos al Che que para qué era ese libro. Respondió que la
computación ya era una realidad en el mundo, que nosotros no teníamos la menor
noción de eso y, por tanto, era necesario y urgente aprender algunas de las
herramientas relacionadas con esa disciplina. Por eso, a partir del siguiente
lunes, a las 7 a.m., antes de las sesiones del Consejo de Dirección,
comenzaríamos a recibir este curso. Cuando le preguntamos quién sería el
profesor, respondió: Yo.
Así
fue. No sólo se preparó para ser un buen profesor – y lo hizo bien -, sino que
nos exigía que estudiásemos la materia previamente e hiciésemos, como estudiantes
aplicados, las tareas que él nos señalaba.
La
Dirección de Capacitación.
La Dirección de Capacitación fue creada
tempranamente: desde la época del Departamento de Industrialización del Instituto
Nacional de la Reforma Agraria (INRA), a los inicios del triunfo de la
Revolución. Al crearse el Ministerio de Industrias fue adscrita al
Viceministerio para el Desarrollo Técnico. Su misión estaba dada en asegurar
metodológicamente, en coordinación con otros organismos, o con recursos propios
la calificación necesaria para todos los trabajadores del Ministerio. Era una
tarea gigantesca por su magnitud y diversidad.
Es significativo y demuestra la visión perspectiva
del Che el hecho de que la Dirección de Capacitación, al estructurarse el
Ministerio de Industrias, no fuera ubicada, como es frecuente, dentro del área
de Recursos Humanos, de carácter más administrativo, sino dentro del
Viceministerio para el Desarrollo Técnico.
Un ejemplo. Al nacionalizarse la industria, existían
cientos de pequeñas unidades artesanales productoras de calzado, conformadas
por núcleos pequeños de trabajadores de baja escolaridad. Un estudio inicial
sobre la elevación de la productividad en este sector mostraba que, mediante simples
medidas racionalizadoras, integrando las unidades pequeñas en otras mayores con
cierto flujo elemental de la producción, existía la posibilidad de alcanzar
incrementos sustanciales en este índice, pero generando un excedente de
alrededor de 5 mil trabajadores en todo el país. Esta situación planteaba un
posible problema social y político a la naciente Revolución., ya que la baja capacitación
de dichos trabajadores no permitía que se les reubicara fácilmente en otros
centros de producción y la política de la Revolución se dirigía a lograr el
pleno empleo. Se imponía elaborar, por consiguiente, una fórmula que conjugara
de manera creadora la posibilidad de lograr los tan necesarios incrementos de
la productividad y los requerimientos de la lucha contra el desempleo. Este es
uno de los círculos viciosos que los países subdesarrollados muchas veces no
consiguen romper. Refiriéndose a esta cuestión, el Che expresó:
...todo obrero que está demás en
una fábrica es un desocupado social (…) ¿sacarlos, para qué? Para botarlos no;
para que vayan a escuelas, para que se especialicen (…) de manera que no haya
ningún peligro en plantear y aumentar la productividad con la racionalización
de los sistemas y en los lugares en que sea preciso con la instalación de
nuevas maquinarias… (Guevara 1966b p. 153).
Sobre este mismo tópico sus ideas de la siguiente
manera:
La solución de la contradicción
entre el avance técnico y el empleo debe resolverse de todos modos mediante el
gasto productivo en un régimen de justicia social; nuestro planteamiento es que
se valoricen estos gastos, dándole el énfasis a la preparación de cuadros técnicos.
(Guevara 1972b, p. 112)
Sobre la base de estas ideas, el Che priorizó la
creación y desarrollo de las Escuelas Populares, más de 50 en diferentes
provincias del país para la capacitación y entrenamiento de los 5 mil obreros
excedentes de la industria del calzado sin afectación de sus salarios para
elevar su escolaridad hasta el término del nivel primario y después calificarse
en los distintos oficios necesarios a los distintos talleres e industrias
mecánicas de las diferentes provincias. Esta fue una tarea que requirió de
grandes esfuerzos organizativos, obteniéndose resultados positivos en el aporte
de fuerza calificada para la naciente industria mecánica y en la mejoría de la
productividad y eficiencia de la industria del calzado.
Para 1964, el Che priorizó tres tareas: impulsar la
capacitación masiva de los trabajadores en coordinación con las empresas y
organismos; asegurar la capacitación técnica para las nuevas unidades y
confeccionar un plan perspectivo de capacitación. Estas mismas tareas se
repitieron para 1965, añadiéndose otras de mayor alcance: la coordinación con
las universidades, con el objetivo de conseguir una adecuada formación de
personal técnico universitario conforme las necesidades del organismo; así como
la organización de cursos por correspondencia para administradores y
funcionarios administrativos.
Para poder valorar el esfuerzo realizado, baste mencionar
que entre 1963 y 1964 se graduaron, en los diferentes cursos de capacitación masiva,
alrededor de 16 mil trabajadores en todo el país, y, entre 1964 y 1965, cerca
de 2 mil para las diferentes nuevas fábricas en construcción. (Viceministerio
para el Desarrollo Técnico, 1964, p.213).
La Dirección tuvo la responsabilidad de organizar y
dirigir varias escuelas. Una de las primeras y de las que recibió una atención
muy directa del Che, fue la Escuela de Administradores. Su misión era dotar al
personal seleccionado de un nivel básico de enseñanza primaria - no se podía
esperar más en aquellos momentos - y elementos de planificación, de
contabilidad y otras materias necesarias para dirigir una fábrica. Fueron
matriculados alrededor de 200 alumnos. La escuela se nutrió, entre otros, de
muchos de aquellos administradores “improvisados”, quienes tuvieron que asumir
funciones gerenciales en los momentos difíciles de la nacionalización de
industrias. De esa escuela salieron formados muchos compañeros quienes
asumieron posteriormente, con éxito, cargos de mayor responsabilidad.
La Escuela de Dibujantes Mecánicos, que recibió
inicialmente una colaboración soviética, daba soporte a la naciente industria
de esa rama. En diciembre de 1963 se graduaron los primeros 150 alumnos.
La Escuela de Superación Administrativa preparaba
personal para ejercer funciones tales como jefes de personal, de compras, de
almacenes, etc. en fábricas y empresas.
Las valoraciones realizadas del trabajo de la
Dirección de Capacitación, por lo general fueron positivas. En las conclusiones
del informe presentado por la Dirección al Consejo de Dirección del Ministerio,
en 1963, el Che expresó que se hacían proposiciones y se ofrecían soluciones
que demostraban capacidad por resolver problemas; además, se detectaba un salto
de calidad notable. Para 1964, volvió a observar, nuevamente, el salto de
calidad que se alcanzaba.
Desde los primeros años de la Revolución, el
esfuerzo por elevar el nivel cultural y educacional de todo el pueblo fue una
tarea titánica. Ejemplo cimero fue la Campaña de Alfabetización, cumplida en un
año con la participación masiva de millares de alfabetizadores, en su mayoría
jóvenes brigadistas[7]. Los
momentos eran extremadamente difíciles: los alzados contrarrevolucionarios principalmente
en la Sierra del Escambray y en muchos lugares del país (financiados por la
CIA), el ataque mercenario por Playa Girón, otros actos de sabotaje y los viles
asesinatos de alfabetizadores y campesinos siendo alfabetizados.
El Ministerio de Educación, que en aquella época
también asumía las actividades de la educación superior, tenía grandes tareas
que cumplir. Aún a pasos de gigante, era imposible que ese Ministerio tratara
de marchar sólo para alcanzar sus metas. La educación se convirtió para el
Ministerio de Industrias en tarea de todos. Por ello, fue necesario que éste
abordara muchas de las tareas de capacitación anteriormente explicadas. Hubiera
sido imposible delegar en esos momentos la responsabilidad al Ministerio de
Educación de atender tantas actividades.
El Che siguió un criterio muy utilizado por él: lo
que él llamaba el método de la “tracción paralela”, o sea, impulsar tareas que,
aunque estrictamente no le correspondieran, eran importantes para el país.
La experiencia de la Escuela “Vladimir Ilich
Lenin”.
Al
terminar la Campaña de Alfabetización, el Che recibió una carta de un joven
recién alfabetizado, la que, independientemente de inevitables faltas de
ortografía y de sintaxis, mostraba la presencia de una gran inteligencia. Esa
carta la leyó en un Consejo de Dirección, preguntándose:
¿Cuántas personas jóvenes estarán por
distintos lugares, con un alto nivel de inteligencia, que hasta ahora no
tuvieron la posibilidad de estudiar? ¿Que tienen espíritu revolucionario y
están dispuestas a realizar sacrificios para poder superarse? Si les creásemos
determinadas condiciones, estos jóvenes podrían “quemar etapas” – idea siempre presente en el pensamiento y acción del Che – y llegar a ser, en tiempo breve, graduados
universitarios.
Sobre
la base de estas ideas, se elaboró un embrión de programa que se podría
sintetizar en los siguientes aspectos:
·
Realizar
un trabajo de búsqueda por todo el país, apoyándonos en nuestras empresas y
delegaciones provinciales, para localizar jóvenes brillantes, con baja
escolaridad, dispuestos, en un período de dos o tres años, a terminar la enseñanza
media para ingresar en la universidad.
·
Seleccionar
una escuela donde estos jóvenes pudieran internarse durante todo ese tiempo.
·
Elaborar
un programa de estudio para en ese breve período de tiempo, logren culminar la
enseñanza media. La formación universitaria se realizaría en las distintas universidades.
·
Seleccionar un cuerpo adecuado de profesores.
Sobre esta base, la Dirección de Capacitación dio
los pasos necesarios para iniciar las labores de esta escuela, con alumnos y
profesores seleccionados de diferentes provincias del país.
Varios
especialistas del Ministerio de Educación expresaron que el método seguido era
antipedagógico. El Che insistió en que no se trataba de una escuela del Sistema
Nacional de Educación; con normas y parámetros establecidos para cursos
regulares. Esta era una escuela especial para alumnos también especiales. El
programa, por tanto, estaba diseñado para personas que mostraran un alto nivel
de inteligencia y disposición para sacrificarse y “quemar etapas”.
En
la asamblea inicial celebrada con los alumnos seleccionados, el Che les explicó
con toda claridad, el esfuerzo que de ellos se requeriría. Además de estudiar
mucho, estarían separados de la familia – aunque periódicamente tendrían
salidas para visitarlas - estarían fuera de su medio ambiente habitual, etc. En
aquel momento, varios alumnos no parecieron convencidos; algunos causaron baja
después.
Más
de veinte años después, fui convidado a dar una conferencia sobre el Che en el entonces
Ministerio de la Industria Básica (actualmente Ministerio de Energía y Minas)
y, entre varias cuestiones, mencioné la creación de esta escuela, indicando que
yo no conocía cuales habían sido los resultados de ese experimento ya que me
habían designado para asumir un papel dirigente en otra institución. Dos manos
se levantaron de entre el público. Eran dos ingenieros electricistas que se habían
preparado en la mencionada Escuela.
La
Dirección de Colaboración Científico-Técnica
Esta Dirección, también adscrita al Viceministerio
para el Desarrollo Técnico, tenía, entre sus funciones, la obtención de
asistencia técnica extranjera para vinculada a la selección y envío de becarios
procedentes del conjunto de empresas y fabricas del ministerio para capacitarse
en el exterior. Era, por tanto, una importante fuente de obtención y
preparación de recursos humanaos calificados, así como la organización de la
información científica y técnica.
Es importante destacar que el ofrecimiento del gran
número de becas que se renovaba anualmente por parte de la URSS y demás países
del campo socialista mostraba un gran sentido solidario. Los becarios recibían
para su manutención personal, alimentación, vivienda y una modesta cantidad de
dinero para sus gastos personales. La parte cubana se responsabilizaba con
mantener el salario de cada uno para el sustento de su familia.
El Che consideraba que el trabajo tecnológico mediante la ayuda de los
países amigos para elevar la calificación de nuestros especialistas y técnicos,
particularmente en las nuevas ramas partiendo de la base de nuestras
experiencias, así como en los sectores más tradicionales a los que les falta
suficiente personal calificado contribuirá a sentar las bases para un
desarrollo independiente.
En ese sentido orientó garantizar una atención
eficiente a la asistencia técnica extranjera que se recibía, así como ejercer
un control sistemático y efectivo para garantizar una adecuada utilización de
sus servicios. También determinó que se realizase un control eficiente de los
becarios que, en números cada vez creciente, salían a los países socialistas.
También indicó mejorar e impulsar la colaboración
con las universidades y trabajar en estrecho contacto con los institutos y
empresas, para actuar dinámicamente en la solución de sus problemas a través de
la colaboración. O sea, que el concepto de colaboración se ampliaba para la
cooperación nacional.
El volumen de trabajo de esta Dirección era
considerable. En aquellos primeros años no existía todavía una Comisión
Nacional para la Colaboración Científico-Técnica, inaugurada en 1964, con la
misión de regular y controlar, a nivel nacional, estos aspectos. Por otra
parte, no existía capacidad suficiente en el Sistema Nacional de Educación para
preparar todos los obreros calificados y técnicos medios necesarios para el
país. Se estipuló que cada organismo se encargara de la selección, atención y
evaluación de sus becarios en el extranjero. Esto sería después una función de
los Ministerios de Educación y de Educación Superior.
Así, entre diciembre de 1963 y junio de 1964
trabajaban 635 especialistas extranjeros en todo el Ministerio de Industrias,
incluyendo sus empresas, fábricas e institutos; 107 practicantes se
especializaban en el extranjero para las nuevas fábricas; 1 021 eran becarios
de todo tipo, 774 de los cuales estudiaban carreras universitarias, 109,
técnicos medios y 318, obreros calificados (Viceministerio de Desarrollo
Técnico, 19674, p. 231)
Dos estudiantes, en 1964, fueron enviados a la URSS
para estudiar Física Nuclear. Cuando yo vi esto en el Plan de Becas, me pareció
que era innecesario en aquellos momentos, en que nuestra preocupación era
construir plantas termoeléctricas de sólo 100 MW. La energía nuclear me parecía
algo de ciencia-ficción en esos momentos. Pregunté y me informaron que eran
orientaciones del Che. Entonces le pregunté a él directamente. Me respondió:
El futuro
de la energía parece ser nuclear. El futuro puede que esté lejos, pero el
futuro hay que comenzarlo a construir desde ahora.
La atención a los becarios
El número de becarios en diversos países socialistas, la
heterogeneidad de sus niveles educacionales; el hecho de que una gran mayoría
nunca había viajado al extranjero y, por otra parte, el choque de hallarse en
países de diferentes idiomas, diferentes culturas y tradiciones requería de una
especial atención.
El Che, en una reunión con ellos, les advirtió de estas circunstancias y enfatizó la necesidad de que ellos aprovecharan al máximo la oportunidad y responsabilidad que se les brindaba; que ellos eran una muestra de la calidad humana y revolucionaria del pueblo cubano. y que, si por negligencia o problemas graves de conducta, perdían la beca, eso representaba una mancha para esa imagen que ellos deberían portar y que, por otra parte, le habían quitado a otro compañero la oportunidad de haber ganado esa beca; por tanto, ante esa situación, deberían ser sancionados administrativamente.
Consideraciones finales
En el pensamiento y en las acciones tomadas por el Che como Ministro
de Industrias el hombre aparece como centro de su concepción integral sobre
cómo desarrollar la nueva sociedad y, muy en particular el desarrollo del
hombre en el socialismo. Por eso es necesario insistir en su concepción para
que la humanidad progresista y, en particular, las nuevas generaciones, vean en
su figura la encarnación de altísimos valores éticos y morales de solidaridad,
generosidad, austeridad, ejemplo personal, sensibilidad humana, decisión y
disposición de ofrecer hasta la propia vida por la liberación de los pueblos.
Fidel, en la velada solemne en memoria del Che, celebrada
en
[...]
cuando pensamos en su vida, cuando pensamos en su conducta, que constituyó el
caso singular de un hombre rarísimo en cuanto fue capaz de conjugar en su
personalidad no solo las características de hombre de acción, sino también de
hombre de pensamiento, de hombre de inmaculadas virtudes revolucionarias y de
extraordinaria sensibilidad humana, unidas a un carácter de hierro, a una voluntad de acero, a una tenacidad
indomable. (Castro, 1967).
Bibliografía
Castro, F (1967): Discurso en la velada
solemne en memoria del Comandante Ernesto Che Guevara en
Fernández,
J. R. (1975): Palabras pronunciadas en la clausura del IV Seminario Juvenil de
Estudios Martianos. Educación. 5(16),
La Habana, enero-marzo.
Guevara,
E. (1966a): Discurso en una reunión
con los directores y jefes de capacitación de las Empresas
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Guevara E. (2001)
Discurso a los estudiantes de medicina y trabajadores de la salud. 19 de agosto
de 1960. Che Guevara habla a la juventud. Pathfinder, NY. p.43.
Viceministerio
para el Desarrollo Técnico (1964); Informe
al Consejo de Dirección. (mimeo).
[1] Cubano. Doctor en Ciencias.
Ex-Vice-ministro de Industrias de la República de Cuba. Ex-Vice-presidente da
Academia de Ciencias de Cuba. Ex-Profesor-Investigador del Centro de Desarrollo
Sustentable de la Universidad de Brasilia. Colaborador de NESCUBA, UNb. tirsowsaenz@gmail.com
[2] Guevara,
2001 p.43.
[3] Ya en 1961, la parte fundamental de los
medios industriales de producción del país en la industria y otros sectores
habían pasado a la propiedad del Estado.
[4] El término de subingenieros se usaba en esos momentos para referirse a
técnicos de nivel medio.
[5] Cursos sobre los conocimientos mínimos que se
debían alcanzar para un desempeño adecuado en cada puesto de trabajo.
[6] En esos momentos se denominaban administradores de fábricas a los que
actualmente se denominan directores.
[7] Las brigadas “Conrado Benítez”,
conformadas por jóvenes estudiantes, obreros y profesores de manera voluntaria,
quienes además de alfabetizar participaban en las labores productivas de los
campesinos en las zonas rurales.
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