Por Pedro Martínez Pírez
Nunca olvidaré las veces que, como periodista, fui a dar cobertura a la siempre esperada presencia -como elector- del Comandante Fidel Castro en el Colegio Electoral número 1 de la Zona 13, en el Municipio Plaza de la Revolución, en La Habana.
Guardo en mi memoria la última ocasión en que lo hice. Fue el domingo 3 de febrero de 2013. Y no olvidaré el ameno diálogo de hora y media con la prensa, en el cual el Líder Histórico de la Revolución Cubana abordó temas de máxima actualidad en aquellos momentos.
Los periodistas que participamos en aquella cobertura recordábamos que cinco años antes, en el 2008, Fidel no había concurrido a ejercer su derecho al sufragio por problemas con su salud. Así que esta presencia de Fidel en su Colegio Electoral fue todo un acontecimiento para quienes tuvimos el privilegio de ver el momento en que el elector número 28 ejercía su derecho al voto.
Y viene a mi mente también, porque estuve presente, cuando en Quito el pintor Oswaldo Guayasamín y su familia le celebraron el 62 cumpleaños a Fidel, quien viajó a Ecuador en 1988 a la toma de posesión del presidente Rodrigo Borja.
A partir de ese momento la Fundación Guayasamín organizaría los actos para celebrar en La Habana los cumpleaños 70, 80 y 85 del Líder de la Revolución Cubana, quien por razones de salud no pudo asistir a los dos últimos de estos homenajes.
Los actos por el 90 cumpleaños de Fidel fueron organizados en agosto de 2016 por la Fundación Guayasamín en Quito y yo tuve el privilegio de asistir como invitado. Pude participar en el acto político cultural realizado en la Capilla del Hombre junto a la familia Guayasamín, al Embajador de Cuba, Rafael Dausá, y a centenares de amigos de la Revolución Cubana.
Por razones de salud tuve que regresar a Cuba antes de que concluyeran las actividades en homenaje a Fidel en Ecuador, y tres meses después, el viernes 25 de noviembre de 2016, falleció el Comandante, el día exacto del sesenta aniversario de su partida del puerto mexicano de Tuxpan encabezando la tripulación del yate Granma.
En visperas del 95 cumpleaños de Fidel vienen a mi memoria muchos momentos en que estuve cerca de él. En la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de La Habana, en 1964; en Conakry, Sofía, Budapest, Berlín y Moscú en 1972; en la VI Cumbre de los NOAL en La Habana y en la ONU en Nueva York, en 1979; en Nueva Delhi en 1983; en Zimbabwe y Angola en 1986; en Ecuador en 1988; en Venezuela en 1989; en Brasil en 1990; en el IV Congreso del Partido en Santiago de Cuba y en el Encuentro de los Tres en Cozumel en 1991; en España en 1992; en Bolivia y en la inauguración de la Casa Museo Guayasamín de La Habana en 1993; en el 70 cumpleaños en La Habana en 1996; en televisión durante la visita del Papa Juan Pablo II en 1998; y otros momentos dentro y fuera de Cuba.
Guardo con celo dos entrevistas realizadas a Fidel Castro, el 12 de octubre de 1979, en la sede de la Misión de Cuba ante la ONU, y el 26 de julio de 1992 en el Pabellón de Cuba en la Feria Internacional de Sevilla. Y también constituye un recuerdo imborrable haber dado cobertura a la visita que efectuó Fidel el 29 de julio de 1992 a la choza donde vivió su padre, Angel Castro Argís, en Láncara, municipio de la provincia gallega de Lugo.
Y también su comparecencia en la televisión cubana para analizar la visita recién concluida del Papa Juan Pablo II, y a la cual Fidel invitó al colega ya fallecido Julio García Luis y a mí. La noche anterior el Comandante nos había invitado a cenar con él en la sede del Consejo de Estado.
Tengo muchas anécdotas con Fidel, algunas muy personales, como aquella en que mi hermana mayor, Igna Sofía Martínez, ya fallecida, pero que residió durante más de cuarenta años en Santiago de los Caballeros, República Dominicana. Ella, gran admiradora de Fidel, se empeñó en pedirle un beso al Comandante en plena recepción en el Palacio de la Revolución, al finalizar una reunión entre la Nación y la Emigración cubanas.
Conversaba yo con alguno de los participantes en aquella importante y emotiva reunión cuando ví a mi hermana aprovechar su amistad con un alto funcionario de la Cancillería cubana para llegar hasta el lugar en que estaba Fidel.
Al rato regresó feliz. Había logrado su propósito. Le pregunté y rebosante de alegría me comentó que luego del primer beso de Fidel, el Comandante le preguntó: ¿algo más? y ella, le dijo: sí, otro beso. Y Fidel se lo dio.
Esa hermana mía vino a Cuba a varios encuentros de emigrados y siempre aprovechaba su visita para encontrarse en La Habana con su compañera de estudios en la ciudad de Santa Clara, la cantautora Teresita Fernández, villaclareña como ella, quien en la última ocasión ya vivía en un apartamento en el edificio de Infanta y Manglar, y degustando un habano nos cantó acompañándose de su guitarra una canción que la dictadura de Fulgencio Batista le había censurado: "MI BANDERA". Afortunadamente yo llevaba, como siempre, mi pequeña grabadora, y ese testimonio se convirtió después en uno de mis programas ENTRE CUBANOS, en los cuales trato de que los protagonistas sean siempre los buenos cubanos que andan por el mundo, y a los cuales Fidel abrió las puertas de la Patria en 1978.
Prohibido olvidar al Comandante Fidel Castro Ruz, continuador de la obra legada por nuestro Apóstol José Martí.
La Habana, 13 de agosto de 2021
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