Pinar del Río.–Blanca Sartorio me sacude con la peor de las frases que se le pueda decir a un periodista: «eso que usted publicó es mentira».
Al igual que muchos otros pinareños, Blanca había seguido con expectativa a través de Granma, la puesta en marcha de una nueva cantera en la zona de Lagunillas, que según los especialistas, aumentaría en un 40 % la producción de polvo de piedra, arena artificial, gravilla y hormigón, de esta provincia.
Con ella, Pinar del Río recuperaría una buena parte de la capacidad que había perdido con la última división político-administrativa, cuando tres de sus cinco centros para la obtención de áridos pasaron a Artemisa.
De ahí que la apertura de la nueva cantera fuera considerada en su momento como una inversión crucial para el desarrollo de las construcciones del territorio.
Granma estuvo primero a pie de obra, y luego durante la puesta en marcha de la moderna tecnología de fabricación china. El tema apareció en nuestras páginas dos veces.
LA INVERSIÓN
«Cantera de Lagunillas implicará autonomía, ahorro y eficiencia», con este titular, en noviembre del 2012, nuestro diario ponía al tanto a sus lectores de los trabajos que se llevaban a cabo de manera simultánea en tres frentes distintos.
Fuerzas de la Empresa Constructora de Obras de Arquitectura e Ingeniería (Ecoai-1) y de la Empresa de Materiales, se enfrascaban por aquel entonces en terminar las instalaciones socioadministrativas, el patio de acopio y el montaje de la planta industrial.
Los especialistas aseguraban que en el yacimiento de Lagunillas, ubicado a seis kilómetros de la cabecera municipal de San Juan y Martínez, se habían identificado reservas para unos diez años y advertían que en análisis posteriores esa cifra podía aumentar.
La obra permitiría, además, acortar significativamente las distancias para el tiro de áridos hacia los cuatro municipios del occidente pinareño (Sandino, Guane, Mantua, y San Juan y Martínez), y obtener por esa vía un importante ahorro de combustible.
En marzo del 2015, con un retraso de casi dos años respecto al cronograma manejado inicialmente, la cantera echaba a andar.
Directivos de la Empresa de Materiales de Construcción aseguraron a Granma que en los restantes nueve meses del 2015, Lagunillas debería aportar de 36 000 a 40 000 m3 de los diferentes surtidos de piedra y 10 000 m3 de arena, y estabilizar a partir del 2016 la entrega de 94 000 m3 anuales (72 000 de piedra y 22 000 de arena). Ello, sin embargo, nunca llegaría a suceder.
EL DESMANTELAMIENTO
Daniel García fue uno de los obreros que participaron en la inversión desde el comienzo. Primero, en el movimiento de tierras. Luego, cuando se fundió el motor de su camión, pasó a la brigada de montaje, y por último, con un nuevo vehículo, trabajó cargando piedras desde el yacimiento hasta el molino, y del molino hasta el acopiadero.
«Yo estuve ahí desde que dieron el primer cuchillazo con el buldócer», dice. «El árido más lindo del mundo es el que salía de esa industria, porque en toda esta zona había yacimientos de mármol».
A pesar de ello, afirma Daniel que «la cantera jamás funcionó con estabilidad. Había veces en las que trabajaba una semana y se echaba dos o tres meses parada. De corrido, lo que más puede haber molido son veintipico de días, o quizá un mes».
Jesús Nilo Soca, actual director de la Empresa de Materiales de Construcción, explica que Lagunillas nunca llegó a recibir el equipamiento no tecnológico para la explotación de la cantera. «Estamos hablando de buldócer, martillo rompedor, y de equipos para el desarrollo minero», precisa Jesús.
Ante esa situación, la industria trabajó a intervalos, con medios que se traían cada cierto tiempo de otros centros, hasta que ocurrió una rotura en la cantera de Consolación del Sur –la más importante de Pinar del Río– y se decidió sacar un molino de Lagunillas y llevarlo para allá.
Daniel recuerda que tras ese primer paso, se siguió desmantelando la instalación. «Después del molino primario, se llevaron el secundario, correas, motores…
«Al cabo de un tiempo, la dirección de la empresa se reunió con los trabajadores, nos dijo que no podía seguir pagándonos un salario si no había producción, y ofreció reubicarnos en otros lugares».
EL TIEMPO Y LA NECESIDAD
A finales del 2017, se colocó un nuevo molino de menor capacidad que el anterior, pero que permitía el funcionamiento de la industria, y se realizaron otras acciones para volver a ponerla de alta.
Con cargadores, camiones, buldóceres y trabajadores de otras canteras, se realizó una primera molida a principios de este año y una segunda el pasado mes de agosto.
El director de la Empresa de Materiales de Construcción asegura que esa será a partir de ahora la estrategia a seguir con Lagunillas: explotarla tres o cuatro veces al año, en tiempo de seca, con fuerzas y equipos de otras unidades, para obtener unas 3 000 toneladas de áridos en cada incursión.
La cifra dista de los volúmenes que se manejaron en un inicio, pero de momento, el funcionario señala que no es posible hacer otra cosa. «Hoy no tenemos respaldo ni en energía ni en combustible, para tener aquello abierto, y además se necesita un trabajo de desarrollo minero grande». El resto del tiempo la industria permanecerá inactiva.
Osmani García, un campesino que vive muy cerca de allí, lo resume en dos líneas. «Esa planta, como quien dice, no ha trabajado. Han ganado más los custodios, que lo que ha hecho el Estado con ella, moliendo piedras».
Jesús Nilo Soca, el director actual de la Empresa de Materiales de Construcción, reconoce que la información que se le brindó a la prensa en un primer momento, era incorrecta. «Cuando aquello molió un tin, y nunca más hizo nada», dice. «Al final, la planta no estaba de alta totalmente».
Sin embargo, la historia de Lagunillas deja en evidencia viejos problemas que se siguen arrastrando hasta nuestros días, como la falta de integralidad en las inversiones y la inmovilización de los recursos.
Hace tres años y medio, los directivos de entonces de la Empresa de Materiales de Construcción mostraron una planta funcionando y hablaron de planes productivos que tanta falta le hacen a un territorio donde todavía está pendiente la recuperación de más de 10 800 viviendas afectadas por los huracanes.
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