Por: Miguel Díaz-Canel Bermúdez
En este artículo: Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba, Cuba, Economía, Política, Sociedad
16 junio 2019
Discurso en la clausura del Congreso de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC), Palacio de Convenciones, 14 de junio de 2019.
(Versiones Taquigráficas–Consejo de Estado)
Queridos economistas, contadores y auditores:
Hoy podemos afirmar que el formidable aporte de este Congreso es el mejor homenaje a Maceo y al Che, en la fecha de sus natalicios.
Todos los temas abordados en la Relatoría son hoy objeto de discusión y valoración en el Gobierno. Esta Relatoría se constituye hoy en hoja de ruta para nuestro trabajo.
Los temas a abordar ya han sido también encaminados por ustedes, y por la disposición que han mostrado les podemos decir que tendrán oídos, y, por lo tanto, les aseguro que no demoraremos en estos días en darles nuevas tareas.
Me hubiera gustado asistir a todas las sesiones del Congreso y escuchar especialmente las exposiciones de los delegados que han trabajado en un “banco de problemas”, buscando la solución de obstáculos para el desarrollo con los que estamos lidiando todos los días.
Nadie mejor que ustedes comprenden por qué, junto con la defensa, la tarea fundamental de la Revolución hoy es la economía. No solo porque el bloqueo, cruel, inmoral, genocida, se recrudece y es preciso enfrentarlo con una creatividad a la altura de la gran masa profesional de la que dispone el país. Es que no hemos renunciado ni renunciaremos nunca a hacer que nuestra economía, pequeña y asediada hace 60 años, sea próspera y sostenible. Y somos conscientes de que para lograrlo, en la vanguardia de esa batalla, deben estar los profesionales de las Ciencias Económicas.
Los economistas, los contadores y también los auditores son los únicos profesionales que están en todas partes y a los que les atañe todo.
En la gran empresa y en el pequeño negocio, en el hospital y en la escuela, en la transportación y en los abastecimientos materiales, en los centros recreativos y en los medios de comunicación, en lo estatal y en lo privado, es imposible prosperar sin el trabajo de ustedes.
Es cierto que no hay sociedad sin economía. Y si bien no hay economía sin producción, tampoco es posible hacerla funcionar eficientemente sin economistas, contadores y auditores eficaces. Cuando ustedes trabajan bien, casi siempre se prospera. Cuando no es así, nos estancamos, retrocedemos y la prosperidad se pospone.
No digo estas palabras para engordarles la vanidad ni para endulzar el mensaje. Es mi manera de confirmarles lo que ya ustedes saben: que el país necesita a sus profesionales de la economía; necesita de su talento, de sus aportes y de su trabajo.
Y lo necesitará particularmente para que se pueda aplicar con éxito la decisión, anunciada en este Congreso por el compañero Alejandro Gil, ministro de Economía y Planificación, de que a partir del año próximo vamos a propiciar con objetividad e intencionalidad, dentro de lo posible, que sean los trabajadores quienes elaboren los planes de sus empresas.
Alejandro habló aquí también de la necesidad de un cambio de mentalidad para hacer efectiva esta medida, reclamada durante años por los trabajadores.
Hay que saltar a un nuevo momento y saber que ya el plan “no llegará desde arriba”. En mi opinión, se trata de una medida audaz y muy revolucionaria que, como dijo el ministro, exige objetividad, realismo y conciencia.
¿Y quiénes sino ustedes pueden ayudar a que así sea?
Leo continuamente los análisis y cuestionamientos que han comenzado a proliferar en las redes en los últimos meses, y comprendo y comparto la angustia de quienes, honestamente, quieren apurar las salidas de los mayores problemas. En eso coincidimos absolutamente.
Soslayando algunas evaluaciones que descalifican y juzgan duramente todas las decisiones del Gobierno —sin contar con todos los elementos de juicio— valoramos los criterios y tomamos su validez en cuenta en lo que decidimos y proyectamos, aunque sé que algunos esperan más, quizás un reconocimiento público de sus razones.
Créanme que nos encantaría hacerlo si pudiéramos disponer de los recursos que cada día debemos manejar a punta de lápiz para garantizar que la justicia social conquistada se mantenga.
Quiero confesar aquí que pensamos en todos cada vez que nos toca enfrentar la cotidianidad y tomar decisiones sobre dónde y cómo situar los pocos recursos financieros que la persecución del bloqueo no alcanza a quitarnos. El dilema de cada día es cómo utilizar mejor lo que disponemos que, generalmente, es quince o veinte veces menos que lo demandado.
En esos momentos pienso particularmente en aquellos que parecen tener una solución rápida para cada problema y me pregunto: ¿será que pueden decirnos cómo repartir todo lo que nos falta?
Si en algún escenario no sería necesario decirlo es en este, pero tampoco sobra reiterarlo: para cualquier otro gobierno —ahora mismo hay muchos ejemplos en América Latina— sería fácil desentenderse de las responsabilidades del Estado con toda la sociedad y dejar las soluciones al mercado.
Pero este no es un Estado cualquiera, este es un Estado Socialista de Derecho, comprometido con garantizar los derechos fundamentales a todos sus ciudadanos. Esta sigue siendo una Revolución de los humildes, con los humildes y para los humildes.
Bajo esa premisa hemos venido al Congreso con dos propósitos fundamentales: primero escucharlos y actualizarnos sobre los principales aportes y planteamientos que han traído, y me doy cuenta de que son muchos.
Lo segundo es trasmitirles la demanda del Gobierno de que hagan suya la batalla económica integrándose y participando activamente en los consejos científicos asesores en todas las instancias, en la Comisión Permanente de Implementación y Desarrollo, y favoreciendo la realización de eventos de pensamiento, análisis y debate.
No está en nuestras manos decretar el fin del bloqueo, obstáculo fundamental al desarrollo del país. La actual administración estadounidense es abiertamente hostil al país y se ha propuesto asfixiar la economía con particular saña.
Debemos concentrarnos, por tanto, en lo que sí depende de todos nosotros: la inteligencia, la creatividad y el esfuerzo.
Como reconocen los expertos, la gestión del conocimiento ya no es un factor más en la contribución al desarrollo, sino que ha pasado a convertirse en el factor principal y determinante de la productividad. Se sabe ya que las economías más avanzadas están basadas en el conocimiento. Por eso insistimos tanto en el vínculo vivo de las Universidades con la economía y la sociedad. Ese vínculo nos hará avanzar tan velozmente como nos lo permita una de nuestras mayores fortalezas: el conocimiento.
Miren qué formidable ejército del conocimiento integran ustedes: más de 79 000 miembros de la ANEC. Un tremendo potencial de innovación.
No solo a ustedes, pero a ustedes en primer lugar queremos pedirles que empleen sus conocimientos para resolver los problemas que, a causa del bloqueo o de errores propios, obstaculizan el compromiso de hacer próspera y sostenible la economía.
En primer lugar, está ese perverso y cada vez más numeroso conjunto de dificultades que genera el bloqueo, es decir, la persecución financiera, la contracción de los créditos por presiones de la administración estadounidense, el cierre prácticamente absoluto del mercado más próximo a nuestras fronteras, el ataque despiadado a las fuentes de ingresos y las amenazas con sanciones o las sanciones mismas a todos los que se atrevan a comerciar con Cuba.
Por derecho y por principio, el país rechaza y condena de la manera más enérgica el asedio imperial, pero no es algo nuevo: la generación histórica supo enfrentar creativamente la guerra económica durante 60 años y hallar salidas donde el enemigo creaba las dificultades.
En las duras circunstancias del Período Especial, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, nos convocó al “sí se puede”, y sí se pudo, y ahora también se podrá.
Así surgieron las formidables soluciones que ahora nos permiten enfrentar la nueva temporada de la misma guerra en mejores condiciones. Y afirmarle al pueblo que cuando decimos Somos Cuba, Somos Continuidad, no expresamos una consigna vacía. Queremos reafirmar el compromiso de buscar, desarrollar y aplicar cuanta iniciativa genere el creativo y digno pueblo cubano para hacer imposible el regreso de carencias y dificultades tan duras como las que supimos enfrentar en los años noventa.
Pero, así como nos enfrentamos al genocida bloqueo, también nos esforzamos en identificar y destrabar los obstáculos que algunos suelen llamar el bloqueo interno.
Revisando las principales actividades económicas, recorriendo el país, intercambiando con dirigentes y trabajadores, profesores y estudiantes, investigadores y creadores, hemos listado los problemas económicos principales que comienzan por el alto nivel de endeudamiento, los insuficientes ingresos por exportaciones, las deudas por cobrar y el predominio de una mentalidad importadora que acomoda y atenta contra la iniciativa y la creatividad; la corrupción y las ilegalidades que propician delitos como el robo de combustible y, también, el pobre nivel de ahorro, inaceptable en una nación que el mundo reconoce por su nivel educacional y por su cultura política.
La batalla económica consiste, por tanto, en generar una actitud más proactiva, inteligente y concreta de los dirigentes, convocados a impulsar —no trabando ni demorando— soluciones seguras y específicas; reforzar estructuras y equipos de dirección y gestión económica.
Se ha hablado bastante del fortalecimiento de la empresa estatal, que es fundamental. Hoy sabemos que es posible lograrlo si cumplen sus funciones las Juntas de Gobierno de las OSDE y las direcciones empresariales; si disminuyen los indicadores directivos; si crecen el análisis y el control y se evalúan ingresos, exportaciones y utilidades; si alcanzamos la adecuada estructura, dimensión y saneamiento del sector empresarial que necesitamos para conectarlo con la gestión municipal y territorial.
Atención merece la aplicación de sistemas de pago que incentiven, motiven y que a su vez resuelvan las contradicciones entre el bajo salario de los trabajadores en una empresa y los elevados pagos que la misma realiza al contratar formas no estatales de gestión.
Insistimos en los encadenamientos productivos con la inversión extranjera, las empresas mixtas, el turismo, el resto de la economía nacional y el sector no estatal. Pero objetamos el encadenamiento como vacía consigna.
Nos proponemos ordenar la actividad del sector privado, pero sin trabar o frenar su desempeño, estimulando las mejores prácticas hasta lograr que quienes hoy la ejercen se aparten de la ilegalidad, la subdeclaración y otras prácticas nocivas.
El reto es integrar a todos los actores, formas de propiedad y de gestión presentes en el entorno económico y social nacional, incrementar las fuentes renovables de energía, hacer más eficientes los procesos inversionistas, fomentar un ambiente de confianza y seguridad en quienes apuestan por Cuba asumiendo los riesgos y las amenazas.
Por supuesto que resulta vital incrementar las exportaciones y la sustitución de importaciones, cortar la cadena de impagos, fortalecer nuestra capacidad negociadora, modernizar el sistema bancario, impedir los pagos superfluos en la actividad administrativa y lograr real control de los escasos recursos.
En fin, sería infinita la lista de lo que debemos y podemos resolver para que crezca la producción nacional, mejore la calidad de los servicios, aprovechemos todas las posibilidades de ingresos y hagamos crecer la economía desde la raíz, potenciando el desarrollo local.
Todo lo que he enumerado es solo una parte del extraordinario desafío que nos plantea el contexto regional e internacional, enrarecido por conflictos comerciales, intervencionismo, prepotencia de los poderosos, abusos escandalosos de poder, crisis ética, desprecio del Derecho Internacional, es decir, una Helms-Burton global que se propone implantar la ley del más fuerte con desprecio absoluto por la supervivencia de la especie humana.
Pero como hemos dicho más de una vez, ninguna amenaza va a distraernos de nuestro deber de defender y sostener la invulnerabilidad de la Revolución Cubana.
Queremos felicitar a la ANEC y a su nueva directiva y agradecer tantos años de aporte a la batalla económica que ahora se hace más intensa.
Contamos con ustedes para que las nuevas directrices que se han anunciado aquí y las que vendrán como necesaria transformación de los procesos económicos sean eficaces, factibles y se traduzcan en resultados.
Debemos propiciar la sustitución de métodos administrativos por mecanismos económicos financieros y lograr la institucionalidad de cada proceso y apoyarla con incentivos y motivaciones.
Los necesitamos participando activamente en la conformación de los planes para el 2020 en empresas y territorios, aportando a la preparación de los presidentes de los Consejos Populares y otros funcionarios a nivel local, donde se deciden los resultados; entrenando a cooperativistas y trabajadores por cuenta propia en temas de control económico y responsabilidad fiscal y social; apoyando a los gobiernos en los proyectos de desarrollo local, en el ajuste de los costos hospitalarios y de atención primaria de salud y en la eficiencia del sector presupuestado.
Y nos entusiasma mucho la idea de que las secciones de base de la ANEC, los comités municipales y provinciales sean vectores de estímulo a la búsqueda de las reservas de eficiencia, las oportunidades de producción y exportación, de mostrar las vías para dar mayor valor agregado a los bienes y servicios e incrementar ingresos; que apoyen a las empresas con investigaciones de mercado, de conjunto con nuestras facultades de economía en todo el país, defendiendo la contabilidad; que se involucren en las comprobaciones al control interno; que asesoren a los gobiernos locales en la elaboración de recomendaciones y programas en respuesta a las orientaciones que emanan de las visitas del Consejo de Ministros a las provincias; que no se cansen de impartir cursos de administración, contabilidad y costos a las pequeñas, medianas y grandes empresas.
Además, les convocamos a enfrentar con sólidos argumentos desde la Economía Política, la plataforma neocolonial y neoliberal que nos quieren imponer, aferrada a los mitos y fetiches construidos por el neoliberalismo.
Desde esta dimensión, construyamos los paradigmas de la construcción socialista en estos tiempos y afiancemos el socialismo en el corazón de las cubanas y los cubanos.
Así, fortaleciendo la vida interna de la organización, profesarán una intensa, útil y aportadora vida externa, o, mejor dicho, una vida realmente vinculada a la de la nación.
Queridos compañeras y compañeros:
Tendría mucho más que decirles, decirles incluso cuánto se trabaja en la atención de la política del Partido, que nace de las demandas y necesidades del pueblo, y expresarles que no son inútiles el esfuerzo y la resistencia.
Cuba ha sido premiada con un pueblo extraordinario, del que brotaron hombres y mujeres igualmente extraordinarios, en cuyas vidas y obras nos inspiramos cada día.
El Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, solía reunirse con ustedes, y recuerdo que durante años impulsó la realización, en nuestra humilde y pequeña Cuba, de eventos de pensamiento que tuvieran en cuenta lo más avanzado del mundo.
Como Fidel siempre está presente, cuando me preparaba para venir a hablar con ustedes, porque realmente no pensaba en un largo discurso ni mucho menos, apenas un diálogo íntimo y cercano, revisé uno de sus discursos dirigido a los economistas en 1998 y encontré esto que no parece haberse dicho hace 21 años, sino ayer mismo, por eso se lo quiero leer. Dijo Fidel entonces:
“Nuestros enemigos tratan de golpear nuestras verdades, y contra esa obra de todo un pueblo calumnian por todos los medios posibles, intrigan y tratan de subvertir, tratan de matar la esperanza, de sembrar el pesimismo, si no, ¿para qué quieren ese indecente bloqueo? Para quebrar la moral de nuestro pueblo que, con carácter casi exclusivo en el mundo, está sufriendo el hostigamiento, la guerra económica y no económica también, la guerra política y la guerra ideológica de la más poderosa potencia que ha existido jamás en la historia; y, por primera vez, una potencia hegemónica a nivel mundial.
“Estados Unidos constituye hoy la base del imperialismo globalizado y también la lucha contra esa forma de dominio tiene que ser globalizada.
“Ese imperio tiene sus teóricos y sus ideólogos formados en universidades, aunque justo es decir que allí también hay hombres inteligentes y sensibles, no todos piensan exactamente igual; hombres que no comparten los métodos del imperio, ni las políticas del imperio o el criminal procedimiento de bloquear a un país pequeño, de tratar de rendirlo por hambre y por enfermedad. Tiene sus teorías, sus teóricos y sus medios de divulgarlas, y los pueblos dominados por ese imperio global deben tener también sus teóricos que han de salir de las filas de los intelectuales; en primer lugar, de los economistas. De los economistas con un sentido político, no economistas para servir a las transnacionales, o economistas para ejercer el simple papel de asesores. Hay que asesorar desde luego todo lo que se pueda, economistas que desarrollen ideas y las trasmitan a su pueblo a partir de fundamentos profundamente científicos, a partir de la ciencia y de la experiencia humana acumulada durante tanto tiempo.
“Economistas del pueblo, y hoy para ser economistas del pueblo —repito— deben ser economistas políticos; y los políticos deben ser políticos, con un mínimo de conocimientos económicos y si es posible con un máximo de conocimientos en ese campo, que hoy es la base realmente sobre la cual se está jugando el destino la humanidad, la base sobre la cual se desarrollan nuestras luchas. Y los políticos que no entiendan, o no quieran entender, o que no se esmeren en conocer la economía, no son dignos de ejercer las funciones que ejerzan como tales políticos”.
Felicidades compañeros, entendamos que la belleza del aporte y las realizaciones se encuentra en el tamaño de los desafíos que nos imponen los peores momentos.
Trabajemos en el sentido de instalar la eficiencia y la cultura del detalle como prácticas de vida que favorezcan despojarnos de la inercia, la indolencia, las trabas, la burocracia, la falta de sensibilidad e inquietud revolucionarias, la chapucería, las demoras en las repuestas y la acción. Venciendo la inercia de los cansados y contagiando de entusiasmo a los comprometidos.
Nos esperan tiempos de lucha, pero también de esperanzas y de conquistas, de victorias, porque:
¡Somos Cuba! ¡Somos Continuidad!
(Ovación.)
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