SINE DIE
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SD2
juan m ferran oliva NOVIEMBRE
20 DE 2019
El lunes 18 me
enteré a través del noticiero de la TV de la hecatombe del Mercado de Cuatro Caminos. Se estrenó y el mismo día fue cerrado
por tumulto[1].
Hubo rotura de enseres, aglomeraciones, broncas, sustracciones y compras
normales de clientes ansiosos. También operaciones abrumadoras realizadas por revendedores
o por personas motivadas por la inseguridad de la oferta. Ambos casos no
existirían si no los engendrara la escasez. Inculparlos es vender el sofá.
El martes fue
abierto nuevamente el centro. Al parecer con normalidad, dentro de lo que cabe.
Finalmente estará condenado a la penuria mercantil, al igual que el resto de
las instalaciones minoristas.
La inversión
en tal monstruo debió costar millones de dólares. No se informa su monto.
Consistió en la rehabilitación del llamado Mercado Único, edificio extendido a lo largo de una manzana cercana a la
esquina de Cuatro Caminos y flanqueado por las calles Monte, Matadero, Cristina y Manglar.
Fue construido por un magnate de la época, creo que en la década de los 20 ó
los 30 del pasado siglo. En su patio central descargaban los camiones cargados
de mercaderías procedentes del interior y en menor grado de industrias locales y
de la aduana. Era un emporio comercial bastante sucio. Resultaba conveniente
caminar con cuidado para no resbalar debido a la acumulación de humedad y mugre
en el piso. Sus locales se alquilaban y contaba con cientos de tiendas de todo
tipo, incluso de gastronomía y de diversos servicios. Ningún lujo en sus dos
grandes pisos. En las afueras una flota
de fotingos admitían todo tipo de
carga con tarifas baratas. Muchos parroquianos
eran restaurantes, fondas y casas de comida. Pero también particulares
acostumbrados a abultadas facturas familiares, o simples consumidores en busca
de variedad y buenos precios. La intensa competencia los proveía. Un paisano de
mi padre alquilaba un pequeño local, quizás de unos 4 m2. Vendía
cartuchos y papel de envase de todos tipos y en cualquier cantidad. Sus
clientes eran los propios minoristas del Mercado. Después de 1959 la instalación
comenzó a decaer.
Durante unos
10 años a partir de 1996 actué como asesor externo de la Dirección de Inversiones de CIMEX. Realicé estudios de
factibilidad, diseñé metodologías y adiestré personal. Por lo general insistí
en priorizar el volumen y variedad de la oferta antes que invertir en nuevas
capacidades comerciales, sólo justificables por razones de ubicación
geográfica. Ya por entonces se manifestaba la inconsistencia de la oferta aún
en tiendas operadas en divisas. Las ventas promedio por metro cuadrado de mostrador
eran de unos 5.000 CUC anuales. El nuevo Mercado
de Cuatro Caminos, debidamente abastecido, pudiera comercializar alrededor
de 35 millones de CUC al año, o puede que más.
En breve, pasada la imagen forzada inicial, la remozada instalación entrará
en coma al igual que todas las tiendas minoristas. Es una inversión que no
rendirá económicamente, como reclama el Gobierno. Para los consumidores será
alegría de caballo capado.
Si deseaba
rescatarse como obra emblemática, debió cargarse al capítulo de cultura. No es
una inversión productiva. Abastecerla para el debut habrá significado despojar
aún más la exigua disponibilidad de otras tiendas. La oferta minorista cubana
es, probablemente, la peor del mundo. Es lógico que el ansioso público acudiera
masivamente a un establecimiento que ofrecía soluciones a sus insatisfechos
deseos solventes. Como diría Carilda Oliver, muchos acudirían a comprar una ilusión.
Basta de
culpar a indolentes, gamberros e intermediarios. Son figuras sociales
indeseadas pero medran tan sólo cuando les dan oportunidad. Las causas íntimas
de lo ocurrido y por venir están por encima de ese bajo nivel.
En el plano macroeconómico
de las finanzas externas es necesario garantizar primeramente el pago a los
acreedores foráneos y a la compra de petróleo. A renglón seguido debe
priorizarse el abastecimiento minorista, tanto en bienes terminados como en intermedios
dirigidos a la producción interna. Es imprescindible dar fin a la endémica
asimetría del mercado. Dura más de medio siglo. No me canso de repetir que el
verdadero estimulo no es el dinero sino lo que puede hacerse con él. El
equilibrio entre la oferta y la demanda actuaria como un efecto dominó y provocaría la motivación a todos los niveles.
Tal es, posiblemente,
uno de los males más graves de la frágil economía cubana. Ojalá las anunciadas
30 medidas para eliminar el bloqueo interno resuelvan este problema.
Fin
[1] En
uno de sus primeros ensayos, cuando aún Castilla no lo había domesticado,
Unamuno reprodujo un verso de un vascoparlante que se aventuraba en un
deficiente castellano: Tres cosas en el mundo causan espante: timulto,
tirremoto y el alifante. Ver De mi País, de Miguel Unamuno..
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