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lunes, 4 de noviembre de 2019

Las trabas que traban a las empresas estatales en Cuba

¿Es igual de decisiva la producción de petróleo o de energía eléctrica que la producción de chancletas de goma?

Por Dr.C Juan Triana Cordoví
noviembre 4, 2019
en Contrapesos


Foto: Otmaro Rodríguez.


Dos veces en esta semana he oído esta idea en dos contextos diferentes, aunque siempre referida a la empresa estatal. “Romper los mecanismos que atan la autonomía de la empresa estatal” fue una de ellas; “Nosotros tenemos el deber de romper los mecanismos que obstaculizan la eficiencia de la empresa estatal” fue la otra. No fueron dichas en cualquier contexto, lo cual me obliga pensar que existe suficiente convencimiento entre los decisores acerca de que hay “mecanismos” –arreglos institucionales y organizacionales– que son, al menos en parte, responsables de que las empresas estatales no alcancen las expectativas que han sido puestas en ellas.

En realidad, podríamos decir que hay arreglos institucionales –regulaciones e incentivos– y organizacionales –estructuras administrativas–, que son parte de todas esas trabas que hacen que nuestras empresas –no solo las estatales, sino también aquellas otras no estatales-– no sean todo lo eficiente que necesitan ser. También podemos decir que muchas de esas trabas no son de ahora mismo, sino que datan de muchas décadas atrás y aún hoy, por esa fabulosa propiedad de la burocracia tan parecida a la de la materia (ni se crea ni se destruye, solo se transforma), permanecen no solo vivas, sino que gozan de buena salud.

Hace apenas unos meses, en el Congreso de la Asociación de Economistas de Cuba, en la comisión que trataba lo referente a la empresa estatal, el colega que presidía la mesa leyó un diagnóstico de la empresa estatal que retrataba en buena medida los padecimientos actuales de nuestras empresas estatales de hoy. Cuando terminó la lectura de aquel documento nos descubrió que el mismo pertenecía a la relatoría de un congreso anterior de la ANEC que se había realizado a principios de los años ochenta. Lo traigo a colación solo para ilustrar cuan sólidos son esos mecanismos, cuanto han aprendido de sí mismos, cuanta capacidad de reproducción y adaptación tienen.

Sobre la empresa estatal se han escrito miles de cuartillas. Colegas como Ileana Díaz, Luis Marcelo, Luis del Castillo, Humberto Blanco y otros muchos, en especial aquellos que fueron profesores de estos profesores, han abordado este tema desde diferentes aristas. En todos los congresos de la Asociación Nacional de Economistas de Cuba este ha sido un tema fijo. Miles de economistas desde las provincias han abordado la problemática de sus empresas en sus respectivos territorios en cada uno de los eventos científicos que se han celebrado a lo largo de estos últimos cuarenta años. Cientos de trabajo de consultoría en procesos de mejora archivan una relevante información a nivel micro y organizacional acerca de los males que aquejaban (y aquejan) al sistema empresarial estatal.

A estas alturas se ha hecho ya mucha investigación científica a este respecto. Si solo se revisara lo escrito en los congresos anteriores del Partido, lo escrito al respecto en los Congresos de la Asociación de Economistas de Cuba, así como otros diagnósticos hechos desde centros académicos, creo que podrían encontrarse muchos asuntos coincidentes – incluso en períodos temporales diferentes- que pueden dar una pista de por donde enrumbar.

Formación y capacitación no ha faltado. Los cursos de formación para empresarios en Cuba son más abundantes que el marabú en nuestros campos. Desde la época del Instituto Superior de la Economía, pero incluso mucho antes, se han dedicado recursos a formar a nuestros empresarios –por cierto, he intentado encontrar instituciones parecidas en países exitosos, Singapur, Corea del Sur, Noruega, etc., pero no las he encontrado.

Pero también es cierto que se aprende todos los días y que una forma de aprender, quizás de las más efectivas es aprender haciendo. Quizás ahí este una de las trabas, ¿cuánto de lo que nuestros empresarios aprenden en esos cursos les es posible aplicarlo después dado el entorno institucional y organizativo en el que están sumergidas las empresas estatales? Estoy convencido que no es porque nuestros empresarios no tengan un buen cociente de inteligencia y porque no puedan aprender, de hecho, casi todos aprueban con notas sobresalientes.

Una instantánea del mundo empresarial cubano aparece en el Anuario Estadístico del 2018.

En esta instantánea, el sector no estatal en su conjunto, que es el 31% del total de empleados del país (4 482 700 personas) no aparece ¡el sector por cuenta propia! que hoy es responsable del 12,9% del empleo total (580 800 personas) y que aporta a los ingresos presupuestarios una buena parte delas 4 000 millones de pesos cubanos que se recaudan por el concepto de ingresos personales a pesar de las regulaciones existentes que poco ayudan a su dinámica, a su crecimiento cualitativo y a su crecimiento cualitativo, así como a su integración funcional con el resto de la economía nacional, son aportados por este sector. Algo parecido sucede con el “experimento” cooperativista no agropecuario.

Tampoco aparecen las empresas mixtas, y otras formas de asociaciones económicas internacionales, bajo cuya responsabilidad está una parte importante de las exportaciones de Cuba (níquel, ron, habanos, servicios turísticos, la propia dinámica de la zona especial de desarrollo del Mariel, con sus más de 40 empresas) por lo que esta instantánea refleja solo una parte del mundo empresarial cubano. No obstante, ello, su evolución arroja elementos interesantes[1].

Esa evolución ha sido como sigue, para los años que van del 2013 al 2018:
  • El total de entidades ha ido disminuyendo año por año, desde las 10 248 en el hasta las 9560.
  • Las empresas disminuyen desde 2 235 hasta 1776.
  • Las sociedades mercantiles se mantienen prácticamente iguales.
  • Las cooperativas en general disminuyeron en más de cien, desde 5 420 hasta 5307.
  • Dentro de las cooperativas, las llamadas no agropecuarias crecieron desde 198 hasta 434, aunque desde el año 2017 no crecen.
  • Las CPA y las CCS también disminuyen, las primeras de 909 a 878 y las segundas desde las 2502 hasta las 2468.
  • También las unidades presupuestadas se reducen en más de cien unidades.
La reducción absoluta del número de empresas, es algo que no parece nada bueno. Una parte de esa disminución puede ser atribuida a la conversión de algunas empresas en Unidades Empresariales de Base. Claro que sería también muy bueno poder acceder a la dinámica de la creación y destrucción de empresas en Cuba, pero ello resulta más difícil. De todas formas, la reducción de la cantidad de empresas y del número de cooperativas debe tener un impacto negativo en la recaudación fiscal, pues disminuye la base impositiva del sector que más contribuye a ella y debe ser la columna vertebral de la transformación y el crecimiento del país.

El otro asunto es más conceptual. Es muy difícil responder cuantas empresas estatales deben existir en Cuba. Sin embargo, existe al menos un elemento conceptual que puede servir de guía y es el concepto de medios de producción fundamentales que aparece en el documento de la Conceptualización el cual acota este asunto tan decisivo a aquellos que cumplen un rol “estratégico en el desarrollo económico y social, la vitalidad, sostenibilidad del país y la seguridad nacional”.

¿Será que todos esos centenares de empresas cumplen con esos requisitos? ¿Es igual de decisiva la producción de petróleo o de energía eléctrica que la producción de chancletas de goma? ¿Es decisivo para el país mantener bajo propiedad y gestión miles de unidades de comercio minorista, bodegas inclusive? ¿Son acaso las bodegas y las cafeterías estatales tan decisivas como la producción de fármacos y productos biotecnológicos? ¿Qué es más decisivo y estratégico para el socialismo cubano, invertir en reparar restaurantes o poner ese dinero en reparar y mejorar las condiciones materiales de policlínicos y hospitales, de escuelas y centros de investigación?

Habría otras muchas preguntas más que nacen de comparar lo que aparece en la conceptualización respecto a la definición de medios de producción fundamentales, que deben asumir la forma de propiedad estatal y todas las otras que para nada y ni aun forzándolos mucho alcanzan esa condición. El documento de la conceptualización, sin dudas un documento programático se aprobó en el anterior congreso del PCC. En apenas un año y algo tendremos un nuevo Congreso.

Quizás esté muy equivocado, pero soy de los que piensan que una parte importante de las trabas que traban a nuestras empresas estatales tienen que ver, primero, con la resistencia a adoptar el concepto de medios de producción fundamentales definido en la conceptualización; segundo, con la errónea idea, heredada de otros tiempos y contextos, de que la fortaleza de la economía socialista está en el número y tamaño de las empresas que están bajo ese sistema antes que en su carácter realmente estratégico en el presente y en el futuro; en la incertidumbre que debe producir un cambio de este tipo y los costos de oportunidad de hacerlo o no; en los intereses creados, en esa especial adopción de los nuestro como “mío” en el sentido más privado que pueda tener ese término y que tantas veces ha sido puesto en evidencia por los ejercicios de la Contraloría General de la República; en el miedo a abandonar la tranquilidad de ser “estatal” y de asumir los riesgos de dejar de serlo.

Ninguna de estas trabas es algo material. No hace falta un peso cubano, ni un dólar, ni un euro para empezar este cambio, creo que más bien nos permitiría, al inicio, ahorrar muchos dólares[2] y después producir muchos más.

Hagamos pues la lista de las trabas que traban y así podremos romper los mecanismos que atan. A riesgo de estar equivocado, yo propongo algunas:

  1. Sistema de planificación que a pesar de estar cambiando sigue trabando la llamada iniciativa empresarial.
  2. Estructura verticalizada del sistema empresarial, que se expresa en la permanencia de la subordinación real de las empresas a las OSDES y de estas a los Ministerios.
  3. Sistemas de pagos que limitan la llamada “autonomía” empresarial.
  4. No existencia de una “cultura de riesgo” y escasos incentivos para asumirlo versus altos costos de hacerlo.
  5. Débiles sistemas de apoyo institucional a las exportaciones.
  6. Poca “agresividad” del sistema bancario nacional.
  7. Débiles incentivos a la innovación. No se premia a nuestras empresas estatales por crear y ubicar en los mercados nacionales e internacionales nuevos productos, si no por “cumplir el plan”.
  8. Exceso de intermediación estatal: hagamos la ruta crítica de un esfuerzo de exportación, cuantas entidades hay entre la productora nacional y el cliente final, cuántas de ellas son prescindibles, cuántas de ellas debe competir por la productora nacional y no disfrutar del privilegio de ser las que exportan, cuánto tiempo se demora ese proceso. Que decir de la importación y las importadoras.
  9. Poca, muy poca descentralización de la actividad de exportación; los gobiernos provinciales apenas tienen protagonismo y tienen mucha menos capacidad de decisión.
  10. Distorsión de los precios fundamentales de cualquier economía; tasa de cambio, tasa de interés y salario.

Estas son algunas de esas trabas, apenas debe ser el 1%. Así que, si queremos ayudar, aun a riesgo de equivocarnos, contribuyamos a identificar otras.

Porque nuestro país lo necesita y no porque estemos en tiempos críticos, sino porque solo se accede al desarrollo siendo realistas y críticos con lo que hacemos a diario y contribuyendo de alguna manera a identificar los obstáculos que frenan esa aspiración.




Notas:

[1] No es a Cuba a quién beneficia esta falta de información sobre sectores exitosos.

[2] Solo pensemos en la cantidad de gasolina y petróleo que se ahorraría el país por la “conversión” de una buena cantidad de “autos estatales” en autos no estatales, sin gasolina asignada a precios subvencionados. Lo mismo pudiéramos decir del consumo de electricidad.

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