En los últimos seis meses, el deflactor del gasto de consumo personal excluidos los alimentos y la energía - ya sé que es un trabalenguas, pero es la medida preferida de la Reserva Federal para la inflación subyacente - ha aumentado a un ritmo anual de sólo el 2,5%, por debajo del 5,7% de marzo de 2022.
La meta de inflación de la Reserva Federal es del 2%, por lo que aún no hemos llegado a ella. Y no hay que esperar que la Fed declare la victoria en breve. Como puedo decirles por experiencia personal, cualquiera que sugiera que la inflación está más o menos bajo control puede esperar una avalancha de mensajes de odio y comentarios hostiles en las redes sociales.
Creo que la vehemencia con la que algunos estadounidenses insisten en que la inflación sigue desbocada distorsiona también la cobertura en los medios convencionales, porque los periodistas se ven disuadidos de decir algo positivo. Y la Reserva Federal tiene que tener especial cuidado, porque perdería credibilidad si la inflación volviera a subir después de haber dado un mensaje demasiado optimista.
La verdad, sin embargo, es que la inflación se parece mucho a un problema del pasado.
El índice de precios al consumidor, más conocido, sube un poco más rápido, un 3%. Foto: Justin Sullivan/ Getty/ AFP
Pero, un momento, ¿la gente de verdad no tiene que comprar alimentos y energía? Bueno, hay razones valederas para que los funcionarios políticos presten atención a las medidas "subyacentes" excluyendo los componentes que saltan mucho, pero, por si les interesa, los precios incluyendo alimentos y energía han subido a un ritmo anual del... 2,5%, igual que la inflación subyacente.
El índice de precios al consumidor, más conocido, sube un poco más rápido, un 3%, pero esto se debe enteramente a que da más peso a la vivienda, que en este momento es un indicador muy rezagado.
"Desinflación inmaculada"
Lo notable no es sólo el hecho de que hayamos avanzado tanto en la lucha contra la inflación, sino también que este avance parece haberse producido sin ningún costo visible. Hasta ahora, se trata de una "desinflación inmaculada", que no ha requerido ni una recesión ni un gran aumento del desempleo.
Antes de la pandemia, en promedio había una modesta relación positiva entre empleo e inflación. Pero en los últimos años la inflación subió mucho más de lo que esa relación habría llevado a esperar y luego bajó rápidamente sin ninguna pérdida significativa de puestos de trabajo.
¿Qué explica esta historia y cómo se relaciona con las predicciones de los economistas?
La inflación baja en Estados Unidos, pero aún no lo suficiente según los objetivos de la FED. Foto: AFP
Hubo grandes desacuerdos entre los economistas. Creo que a casi todos les sorprendió la facilidad con la que redujimos la inflación. Pero algunos estaban más sorprendidos que otros.
Yo no creía que la desinflación fuera a ser indolora. Creía que la economía estadounidense estaba recalentada, con una demanda superior a la oferta, y preveía que corregir ese desequilibrio iba a implicar cierto sufrimiento. "Bajar la inflación", escribí en agosto de 2022, "requiere enfriar la economía, pero no someterla a una depresión prolongada".
En realidad, bajar la inflación no requirió ninguna pérdida de puestos de trabajo. ¿Cómo fue posible? Puede que la demanda haya superado a la oferta en 2022, pero la diferencia parece haberse cerrado no reduciendo la demanda sino aumentando la oferta, conforme se resolvían las persistentes perturbaciones de la pandemia.
Creo que a los que no éramos lo bastante optimistas se nos puede perdonar el no haberlo visto venir… aunque yo diría eso, ¿no? Y yo creía que la Reserva Federal tenía razón en subir las tasas de interés teniendo en cuenta lo que sabíamos en ese momento, si bien ahora me preocupa bastante que la Reserva Federal se haya excedido y creo que debería empezar a bajarlas pronto.
Pero, ¿de dónde venía el pesimismo extremo de algunos de mis colegas?
Varios economistas habían advertido que el Plan Estadounidense de Rescate, la gran ley de gasto aprobada a principios de la administración Biden, sería inflacionaria, advertencias que parecían estar justificadas por el aumento de la inflación en 2021-22. En retrospectiva, esos economistas quizá tuvieran razón por los motivos equivocados, en tanto la inflación finalmente se disparó, no sólo en Estados Unidos, sino también en casi todo el mundo.
Esto indicaría que la inflación puede haber tenido menos que ver con el gasto excesivo que con las perturbaciones relacionadas con la pandemia. Pero mi gran pregunta es por qué tantos economistas predijeron que el rápido aumento inicial de la inflación iría seguido de una estanflación prolongada.
La cuestión es que tenemos un relato aceptado sobre por qué fue tan difícil acabar con la inflación de los años 70, que se basa en la forma en que la inflación persistente se había arraigado en las expectativas. Pero esto claramente no era así en 2022. De modo que, si bien las predicciones de inflación en 2021 reflejaban más o menos la macroeconomía de los libros de texto, predecir la estanflación después de 2022 significaba desechar el libro de texto en favor de nuevos argumentos para el pesimismo.
Además, lo que me sorprendió en 2022 fue que los argumentos que los principales pesimistas presentaban para predecir una inflación persistentemente alta no tenían ninguna relación lógica con los argumentos que habían presentado a favor de un aumento de la inflación en 2021. Predijeron lo mismo, pero por razones completamente distintas. No había nada que vinculara las opiniones inflacionistas de 2022 con las de 2021, excepto una vibra pesimista común.
Y las vibras no son una buena base para el análisis económico. De hecho, las predicciones de estanflación basadas en vibras -¿vibraflación? - resultaron ser completamente, se podría decir monumentalmente, equivocadas.
Traducción: Elisa Carnelli
Que manera de haber huevos. Localmente 30 equivalen casi a dos pensiones ....
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