La Junta Directiva del Fondo Monetario Internacional decidió ayer no participar en la próxima ronda de crédito para Grecia. Esta decisión del equipo que dirige Christine Lagardé pone en duros aprietos a Angela Merkel, y es una nueva muestra de las divisiones que están surgiendo en la cúpula europea. Por un lado, Angela Merkel señaló que solo negociaría una tercera ronda de rescate a Grecia si contaba con la colaboración del FMI. Pero el FMI exige a Alemania aplicar drásticas quitas a la deuda helena dado que su deuda es insostenible y declaradamente impagable. Como Merkel se niega a aplicar quitas a la deuda por temor al rechazo electoral, el FMI declara que no participará en una ronda de negociaciones que está condenada a otro fracaso. Es decir que esta vez el FMI se lava las manos olímpicamente como si no hubiese participado en los dos rescates anteriores que también resultaron un rotundo fracaso. Si hubieran tenido éxito en resolver la crisis griega la situación actual no generaría las tensiones que hoy enfrentan a Schäuble con Merkel, a Merkel con Hollande, a Juncker con Schäuble, o a Merkel con Draghi. En la cúpula de la UE los ánimos están bastante caldeados.
La deuda helena que el año 2007 era del 95 por ciento del PIB, hoy es del 180 por ciento del PIB y los actuales programas de rescate la elevarán al 220 por ciento del PIB en 2017. Esta es una situación insostenible que obstaculizará el crecimiento, la creación de empleo y el propio pago de los intereses de la deuda. De ahí que Grecia requiera una quita importante de la deuda pero Merkel insiste en que no es necesario.
En respuesta a esta negativa, como señala Financial Times, el FMI no participará en el tercer rescate a Grecia dado que primero debe existir un significativo alivio de la deuda. La condición de una quita importante a la deuda helena resulta necesaria para el FMI si de lo que se trata es de llegar a una fórmula de pagos que sea sostenible en el tiempo para Grecia y que no signifique nuevas turbulencias en el resto de Europa.
El retiro del FMI deja a Alemania en solitario para negociar con el Bundestag el programa de rescate por 86 mil millones de euros acordado formalmente el 13 de julio. Recordemos que el "préstamo puente" por 7 mil millones de euros concedido a Grecia el lunes 20 de julio, permitió a Grecia pagar ese mismo día 2.100 millones de euros al FMI y 4.200 millones de euros al BCE, de los cuales más de 400 millones de euros eran intereses.
Financial Times no descarta la sospecha que tienen algunos funcionarios griegos de que el FMI y Wolfgang Schäuble "están decididos a echar por tierra el tercer rescate pese al acuerdo del 13 de julio". Schäuble considera que Grecia no tiene nada que hacer en el euro y que Grecia debe ser el primer país en abandonar la moneda única, y esto, como dice Schäuble, no tiene nada con ver con una enemistad con el pueblo griego sino que simplemente la situación se ha desbordado. Schäuble considera que la salida de Grecia es inevitable, y cuanto antes mejor. Para lograr ésto, Schäuble estaba dispuesto a poner sobre la mesa 50 mil millones de euros y así permitir a Grecia construir un nuevo sistema financiero. Para el ministro de finanzas de Alemania, la crisis del euro debe enfrentarse con rigor, pero la capitulación total de Tsipras a las exigencias de la troika abortó el plan de salida inmediata de Grecia de la zona euro. Para Schäuble, todos los países de la periferia deberán abandonar tarde o temprano la moneda única. Schäuble, al igual que Mario Draghi, considera que el euro en su forma actual, es un fracaso.
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