Desde Kennan hasta Kissinger, los pensadores de la política exterior occidental vieron que la expansión hacia el este de la OTAN era un juego peligroso.
Por Bradley Blankenship
La intervención militar en Ucrania por parte de Rusia ha provocado una grave reacción en todo el mundo, particularmente en el mundo occidental, una reacción comprensible contra una guerra que viola el derecho internacional. Sin embargo, también es cierto que este resultado había sido predicho por los principales expertos en política exterior del mundo durante décadas.
Específicamente, los expertos han advertido constantemente que la expansión de la OTAN hacia el este provocaría un conflicto con Rusia. Entonces, esto plantea la pregunta, ¿cómo llegamos aquí si tanta gente advirtió al respecto? Antes de entrar en la respuesta, aquí exponemos algunos ejemplos de esas advertencias.
Para empezar, el destacado académico estadounidense sobre Rusia, George Kennan, el hombre que sentó las bases de la estrategia de política exterior de EEUU durante la Guerra Fría, advirtió que expandir la OTAN dañaría la relación entre Estados Unidos y Rusia tan profundamente que Rusia nunca se convertiría en un socio y seguiría siendo un enemigo.
El embajador de Estados Unidos ante la Unión Soviética de 1987 a 1991 escribió un ensayo nueve días antes de la intervención militar respondiendo a la pregunta de si la crisis que se estaba gestando era, en ese momento, evitable. “En resumen, sí”, explicó. Sobre si era predecible, “Absolutamente. La expansión de la OTAN fue el error estratégico más profundo cometido desde el final de la Guerra Fría”.
El destacado especialista en relaciones internacionales John Mearsheimer concedió una entrevista después de la intervención rusa y explicó que la situación “comenzó en abril de 2008, en la cumbre de Bucarest, donde posteriormente la OTAN emitió una declaración que decía que Ucrania y Georgia se convertirían en parte de la OTAN”.
Según él, “los rusos dejaron inequívocamente claro en ese momento que veían esto como una amenaza existencial y trazaron una línea en la arena”. Mearsheimer comentó en la entrevista, como lo ha sostenido durante años sobre esta cuestión, que el tema de que Ucrania se una a la OTAN es clave para los principales intereses de seguridad nacional de Rusia.
El experto en estudios rusos Stephen Cohen también advirtió en 2014, durante el conflicto de ese año en Ucrania que involucró a Rusia, que “si movemos las fuerzas de la OTAN hacia las fronteras de Rusia obviamente va a militarizar la situación y Rusia no retrocederá. Esto es existencial”.
El exsecretario de Estado de los Estados Unidos, Henry Kissinger dijo en un artículo de opinión en 2014 que “Ucrania no debería unirse a la OTAN”. Esto se debe a que convertiría a Ucrania en un teatro de una confrontación Este-Oeste. Dijo que “tratar a Ucrania como parte de una confrontación Este-Oeste hundiría durante décadas cualquier posibilidad de llevar a Rusia y Occidente, especialmente Rusia y Europa, a un sistema internacional cooperativo”.
Hay muchos otros, incluido el exsecretario de Defensa de EEUU William Perry, el periodista ruso-estadounidense Vladimir Pozner Jr., el economista Jeffrey Sachs, el ex subsecretario general de las Naciones Unidas Pino Arlacchi, el ex director de la CIA Bill Burns, el ex secretario de Defensa de los EEUU Bob Gates y otros enumerados por Arnaud Bertrand en un excelente hilo de Twitter sobre este tema.
Con todo esto por ahí, ampliamente conocido y muy discutido, volvemos a la pregunta: ¿por qué? Bueno, lo más probable es que tenga que ver con controlar Europa y asegurarse de que la propia OTAN no se desmorone. En ese sentido, la intervención rusa en Ucrania ha asegurado este objetivo y algo más.
Madrid albergará una importante cumbre de la OTAN en junio que verá la formación del primer documento de concepto estratégico de la OTAN desde 2010, que había sido un tema importante de controversia tanto en el continente europeo como al otro lado del charco en Washington. Será el marco estratégico de trabajo de la alianza por lo menos durante la próxima década y definirá claramente sus objetivos.
Habíamos visto, antes de esto, que Europa, particularmente Francia, estaba presionando por una estrategia de defensa europea común, que, para ser justos, se decía que “complementaba a la OTAN”, pero Washington se resistió rotundamente a esta postura.
La intervención rusa en Ucrania aparentemente ha rejuvenecido a la OTAN de la noche a la mañana y ha puesto a Europa en alerta máxima. Esto es evidente en el giro de la política exterior de Alemania y el anuncio de que aumentará su gasto militar a más del 2% de su PIB en respuesta directa a la situación en Ucrania; Según los informes, Suecia y Finlandia consideraron unirse a la OTAN; e incluso Suiza finaliza su estatus neutral y se une a las sanciones de la UE sobre los activos rusos.
La cumbre de junio en Madrid sin duda elevará las voces a favor de la OTAN que de otro modo se considerarían extremas, la discusión de una mayor bifurcación del sistema internacional y, sin duda, las menciones directas de Rusia, tal vez incluso China, en el documento de concepto estratégico de la organización. Todo esto se ajusta perfectamente a la política exterior de Estados Unidos.
Al mismo tiempo, toda esta situación aumenta la dependencia de Estados Unidos, especialmente en el caso del gas natural, con Nord Stream 2 ahora desechado y Rusia asfixiada económicamente.
Nada de esto minimiza el papel de Rusia en el conflicto. Intervino en Ucrania y, independientemente de las justificaciones, cometió una violación del derecho internacional. Pero los pensadores estratégicos en Occidente predijeron claramente que esto sucedería y, por eso, solo podemos suponer que encaja en una agenda más amplia descrita aquí.
Con eso en mente, está claro que cualquiera que realmente apoye al pueblo ucraniano debe estar principalmente en contra de la expansión de la OTAN.
Bradley Blankenship es un periodista, columnista y comentarista político estadounidense. Es reportero independiente para agencias de noticias internacionales.
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